PROYECTO 

Proyecto

La Palabra de Dios tiene el poder de cambiar los corazones, y no hay nada como hablar de su grandeza, de su fidelidad y de su amor. Es por esa razón que escribo artículos, libros y canciones. Mi más sincero deseo es que pueda ser bendecido con el contenido de esta página web, espero que la disfrute.

Por otro lado, entiendo que desde aquel momento cuando la fe cristiana cruzó las fronteras de Israel, no ha dejado de recibir el azote de ideas, conceptos, planteamientos y movimientos nefastos que con mucha frecuencia nacen en el corazón de individuos sinceros, entregados y llenos de buenas intenciones, pero equivocados al interpretar las Escrituras de forma equivocada. Muchos son los estragos provocados por tales enseñanzas y los que las siguen. La tragedia es mayor de lo que imaginamos, y al ver como hermanos en la fe, familiares queridos y amigos a los que llevabas años presentándoles el Evangelio son arrastrados por la mentira del enemigo, se vuelve extremadamente dolorosa e insoportable. Sabemos que hay muchos siervos fieles entregados a la misma causa, pues Dios siempre ha contado con un remanente «cuyas rodillas no se doblaron ante Baal, y cuyas bocas no le besaron» (1 Reyes 19: 18). Mi mayor deseo es ser parte de estos santos, colaborando junto a ellos con información fiel a la Palabra inspirada.



¿Por qué escribo sobre los errores que enseñan otros creyentes? 

Los cristianos somos llamados a contender «ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos» (Judas 3-4). «Derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo» (2 Corintios 10: 5). Por lo tanto, nuestro deber como siervos del Altísimo no es permanecer pasivos ante el error; es refutarlo. «Porque hay aún muchos contumaces, habladores de vanidades y engañadores, mayormente los de la circuncisión, a los cuales es preciso tapar la boca; que trastornan casas enteras, [es decir, iglesias] enseñando por ganancia deshonesta lo que no conviene» (Tito 1: 10-11). Entiendo que es extremadamente incomodo y desagradable tocar temas como estos, y créame que lo hago con profundo dolor y temor a Dios. Aun así, es muy necesario que tomemos en cuenta las palabras del apóstol Pablo a Tito cuando le exhortó: «repréndelos duramente, para que sean sanos en la fe, no atendiendo a fábulas judaicas, ni a mandamientos de hombres que se apartan de la verdad».

La mentalidad posmoderna del presente, donde todo es la verdad y nada es la verdad, rechaza y condena con la más sínica propuesta de la tolerancia hacia cualquier tipo de ideas y creencia por anti bíblicas que sean, a todos aquellos que enfrentamos el error. Es posible que algunos lectores se sientan ofendidos o piensen que no hay amor en el cometido. Sin embargo, he de recordarle que los calificativos más duros que podamos escuchar en referencia a los falsos profetas y maestros se encuentran en nuestras propias Biblias: «Guardaos de los perros, guardaos de los malos obreros» (Filipenses 3:2). «Éstos son inmundicias y manchas» (2 Pedro 2: 13). «Fuentes sin agua, y nubes empujadas por la tormenta» (2 Pedro 2: 17). «Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño. Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos» (Hechos 20: 29-30). El perro vuelve a su vómito, y la puerca lavada a revolcarse en el cieno (2 Pedro 2: 20- 22). «Árboles otoñales, sin fruto, dos veces muertos y desarraigados; fieras ondas del mar, que espuman su propia vergüenza; estrellas errantes» (Judas 13-14). «Éstos son murmuradores, querellosos, que andan según sus propios deseos, cuya boca habla cosas infladas, adulando a las personas para sacar provecho» (Judas 16). Como bien escribió el Dr. John MacArthur: «Apliquemos estos mismos epítetos a los falsos maestros de hoy y es muy probable que seamos etiquetados como no caritativos o incluso anticristianos. El espíritu ecuménico de la época se retracta con cobardía sin denunciar el error, incluso cuando la Escritura lo garantiza explícitamente» (MacArthur, J. 2014. Fuego Extraño. Pág. 105).



¿Por qué en ocasiones me expreso en contra del movimiento carismático?

El movimiento carismático es el producto de interpretaciones erróneas de la Biblia. El espíritu que predican no es el Espíritu Santo y sus enseñanzas han hecho un daño devastador a la causa del evangelio. Para el movimiento carismático, la autoridad de la experiencia es superior a la de las Escrituras, lo que a su vez, es una de las razones que les lleva a participar sin ningún prejuicio ni temor, de cualquier práctica o enseñanza por herética que sea. Para más información ver: Sobre La Historia Del Movimiento Pentecostal Y  Carismático Otros libros para consultar: (MacArthur, J. (2014). Fuego Extraño. Masters, P. & Whitcomb, J. (1982). El Fenómeno Carismático).

Ha de saber también, que no debemos involucrar a todos a los que hoy se les llama carismáticos bajo las mismas enseñanzas, y que siento un profundo respeto y admiración por hombres de Dios que pertenecen a dicho movimiento. Nadie en este mundo lo sabe todo sobre Dios. Conocemos solo lo que Él nos ha revelado en su Palabra y aun cuando no estemos de acuerdo en algunas interpretaciones de las Escrituras, doy gracias por la vida y las enseñanzas de muchos de mis hermanos carismáticos; aquellos que permanecen fieles a la predicación del verdadero evangelio y a los cuales considero grandes hombres de Dios. Recordando también que nuestro Señor no cree en denominaciones, ya que Él tiene una iglesia integrada por todos aquellos que aman la verdad y la obedecen. Es posible, ―de eso estoy seguro―, que habrán asuntos en los que no opinaremos lo mismo, en este caso, debe saber que yo también soy un aprendiz, un discípulo que no dudará en pedir perdón o retractarse públicamente de algo si se me presentan argumentos sólidos y sobre todo, bíblicos, para hacerlo, y que no escribo para ir a favor o en contra de alguna u otra denominación... Se trata, en primer lugar, de ser bíblicos. Tengo, tal vez al igual que usted, mis predicadores y escritores favoritos, de los cuales he aprendido mucho, pero no me ciega la pasión, y comprendo que somos seres humanos propensos al error; razón por la cual, ha de ser siempre la Escritura nuestra guía para medir todas las demás afirmaciones de la verdad.