SEGUIDORES DE JESÚS

12.04.2013

Wilfredo Morales Acosta

12/04/2013

Una de las anécdotas que D. L Moody solía contar, nos habla de las palabras dichas por un chino que se había convertido a Cristo:

«Estaba caído en un pozo, casi ahogando por el barro, clamando que alguien me ayudara.

En eso apareció un anciano de aspecto venerable que me miró desde arriba y me dijo:

― Hijo, este es un lugar muy desagradable.

― Si que lo es. ¿No puede usted ayudarme a salir?

― Hijo mío, me llamo Confucio. Si hubieses leído mis obras y seguido lo que ellas enseñan, nunca hubieras caído en el pozo.

Y con eso se fue. Pronto vi que llegaba otro personaje, esta vez un hombre que se cruzaba de brazos y cerraba los ojos. Parecía estar lejos, muy lejos. Era Buda, y me dijo: ― Hijo mío, cierra tus ojos y olvídate de ti mismo. Ponte en estado de reposo. No pienses en ninguna cosa desagradable. Así podrás descansar como descanso yo.

― Si, padre, lo haré cuando salga del pozo. ¿Mientras tanto?...

Pero Buda se había ido. Yo ya estaba desesperado cuando se me presentó otra persona, muy distinta. Llevaba en su rostro las huellas del sufrimiento, y le grité:

― Padre, ¿puedes ayudarme?

Y entonces bajó hasta donde yo estaba. Me tomó en sus brazos, me levantó y me sacó del pozo. Luego me dio de comer y me hizo descansar. Y cuando ya yo estaba bien no me dijo: "No te caigas más", sino "Ahora andaremos juntos". Y desde entonces andamos juntos. Así contaba el chino la historia de la compasión del Señor Jesucristo»[1].

El Dios al que servimos no tiene comparación, y su amor, compasión y bondad no tienen fin. Siempre le estaré agradecido porque un día pasó por el pozo en el que yo me encontraba y desde ese día, andamos juntos.

¿A quién sigues? ¿Eres seguidor de Confucio o de Buda? ¿Sigues al Jesús de los mormones o al de los mal llamados testigos de Jehová? Espero que no, pero si fuera este el caso, has de saber que tarde o temprano te dejarán tirado cuando más ayuda necesites. En lo personal, puedo decirte con toda sinceridad, que yo no me imagino siguiendo a nadie más ni en ningún otro lugar que a los pies de mi Jesús.

Todo esto es ciertísimo y es la experiencia de muchos creyentes, sin embargo, existe otra verdad que es extremadamente dolorosa; una situación que acecha a los cristianos día a día y a la cual debemos prestar atención si no queremos desviarnos del camino trazado y dar la espalda a aquel que nos salvó del castigo eterno. Después de todo, no necesitamos seguir a Buda, a Confucio, al Jesús de los mormones o al de los testigos de Jehová para estar equivocados, pues cuando voy tras mis propios deseos; empeñado en hacer mi voluntad y no la de Dios, estoy cometiendo errores muy parecidos. Como acertadamente escribiera Wiersbe: «La felicidad y no la santidad es la meta principal de la mayoría de la gente hoy, incluidos a muchos que dicen ser cristianos. Ellos quieren que Cristo resuelva sus problemas y lleve sus cargas, pero no quieren que él gobierne sus vidas y cambien su carácter»[2]. En Lucas 9: 23 Jesús nos dice: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame».

Siendo honestos, debemos aceptar que hoy se está viviendo un cristianismo muy fácil y barato. Dentro de las iglesias usted puede ver todo tipo de modas y prácticas que en nada difieren a las del mundo. Muchos cristianos hablan como el mundo, actúan como el mundo y huelen a mundo.

Pero, ¿qué es seguir a Cristo? La cruz es símbolo de sufrimiento (1 Pedro 2:21; 4:13). Es símbolo de muerte (Hechos 10:39). Es símbolo de vergüenza (Hebreos 12:2). Es símbolo de rechazo (1 Pedro 2:4). Y es símbolo de negación a uno mismo (Lucas 22:41-42). Jesús se sujetó al padre y si nosotros queremos ser seguidores de Jesús debemos hacer lo mismo. Nuestra vida debe estar guiada por principios y valores bíblicos y no por lo que este mundo opine que está bien o que está mal.

Es posible que algunos creyentes digan: ― Bueno, yo hablo, visto y actúo así porque en mi iglesia casi todos lo hacen de esta manera. Sin embargo, esto es un error, pues nuestro modelo a seguir no deben ser hombres comunes que asisten con nosotros a la iglesia. Nuestro modelo es Jesús.

¿Da gloria a Dios la forma en que hablo? ¿Da gloria a Dios la manera en que visto? ¿Dan gloria a Dios la forma en que actúo? ¿Agrada a Dios el programa de televisión que miro? Si somos sinceros con nosotros mismos, tenemos que aceptar que los programas de televisión que más nos gustan, son detestados por Dios. Cuando una persona de la edad que sea, de la nación que sea, y de la cultura que sea conoce a Cristo, Jamás será el mismo.

Negarnos a nosotros mismos es: Dejar de ir donde más nos gusta porque a Dios no le agrada que uno de sus hijos valla allí. Es dejar de ver lo que más me gusta porque Dios lo detesta. Es dejar de actuar como estaba acostumbrado a hacerlo porque no glorifica a Dios.

Para un verdadero seguidor de Jesús este mundo deja de ser atractivo porque es incompatible con el Dios al que ahora sigue. Esto, sin duda, le costará el reproche y la burla del mundo, pero ello, no puede ser ni remotamente comparado a la salvación tan grande que Dios nos ha regalado.

Si la forma en que gastas tu tiempo es en deleites, afanes, placeres y gustos personales, y en entretenimientos al estilo y compás de este mundo, deberías preguntarte si en realidad es al Jesús bíblico al que sigues. Escuchemos la advertencia de Pablo: «Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados?» (2 Corintios 13: 5).

© 2015 Wilfredo Morales Acosta


[1] D. L. Moody. (S. F). Doscientas anécdotas e ilustraciones. Córdoba, Argentina. Ediciones: "La Voz y el Amanecer". # 181.

[2] Wiersbe, W. W. (1998). Seamos santos. (José Luis Martínez, Trad). Corea. Editorial Portavoz. Pág. 9.

Wilfredo Morales Acosta