LA MÚSICA CONQUISTA EL CULTO CRISTIANO

13.05.2016

Wilfredo Morales Acosta

13/05/2016

La información presentada está compuesta por algunas porciones del libro: La Música También Llora e investigaciones adicionales que nunca se llegaron a publicar en este.

Usted puede reproducir y compartir el artículo siempre y cuando no sea para fines lucrativos y sobre todo, no se altere en absoluto su contenido.

Introducción:

«La música es una de las formas más bellas de la expresión humana. En el Antiguo Testamento vemos a un pueblo que gustaba y disfrutaba de ella en gran medida, pero al cual, no se le permitía utilizar en la adoración directa y formal en el Templo la música que era usada en sus celebraciones cívicas. Y en el Nuevo Testamento, encontramos que la enseñanza apostólica nos instruye al canto y no a la música. De hecho, ni siquiera es mencionado el uso de los instrumentos musicales por los primeros cristianos.

»El tiempo ha pasado, y justo desde aquel momento; cuando la música se encontró con los avances tecnológicos que le permitirían invadir la vida del hombre casi en su totalidad. La sociedad comenzó con la mayor producción musical que jamás se había registrado en los anales de la historia.

Es entonces que nos encontramos nuevamente con el pueblo escogido por Dios. Un pueblo que ahora llamado iglesia, viviría bajo la gracia y no bajo la ley. Un nación santa conocedora de que todo le seria lisito mas no todo le convendría; pero que, así como se hace evidente, fue seducida por la moda mundana y pronto comenzaría; apropiándose de sus prácticas, géneros y estilos, con la mayor producción musical que jamás haya existido entre los creyentes»[i].

Los estragos causados al permitir que la música invadiera el culto cristiano del modo que ha venido sucediendo desde hace aproximadamente unos 60 años atrás han sido devastadores, pues vemos como espectáculos de casi cualquier tipo: danzas, bailes, coreografías, mímicas y conciertos... se han adueñado de las reuniones cristianas.

Es mi intención, por tanto, presentar de la forma más breve posible, que enseñanzas y movimientos han hecho posible una situación tan alarmante y decadente entre los cristianos del presente, sobre todo, por lo generalizada que se encuentra y el daño tan grande que está causando. Quizás no estemos de acuerdo en todo, aun así, espero que sea capaz de tomar las decisiones pertinentes en cuanto al uso de la música en la iglesia.

Impulsando la tragedia

Un buen número de reconocidos predicadores como es en los casos de Rick Warren y Marcos Witt, por solo mencionar dos ejemplos, se han dedicado a popularizar que toda la música es creada y amada por Dios, por lo cual, a Él le agradan todos los géneros y estilos musicales, y que lo que convierte a una canción en sagrada son las palabras y no la melodía; colocando así a la música, en un estado de neutralidad y amoralidad que no posee e impulsando el uso de cualquier género y estilo musical por indigno que sea, en nuestras reuniones cristianas.

Muy lejos de fomentar la verdadera adoración, lo que estos individuos han logrado es animar la entrada de las modas mundanas en la iglesia, impulsar el uso de prácticas paganas entre los creyentes, alimentar el deseo por lo místico y supersticioso, avivar el ir tras las emociones y las experiencias en lugar de la verdad bíblica, proveer recreo, entretenimiento y diversión bajo la escusa de alabanza y adoración, y establecer una fórmula para manipular a las masas apelando a los sentimientos de las personas a través de la música.

Todo tiene un comienzo, y aunque es extremadamente difícil situar en tiempo y espacio el inicio de esta gran tragedia, de lo que si no hay dudas, es que el mayor promotor del caos musical que hoy mina casi cada congregación existente, es el movimiento pentecostal y carismático.

Lo más preocupante y desgarrador es que este desastre musical «pasa desapercibido aún entre muchos de los creyentes que, pertenecientes o no a denominaciones carismáticas, luchan contra las herejías y las manifestaciones demoniacas que se le suelen atribuir a la tercera persona de la trinidad. ¿Qué ha sucedido? ¿Cómo es posible que se rechacen las doctrinas anti bíblicas y las falsas unciones, y a la vez, se abrace con tanta fuerza el descalabro musical? Quizás sea difícil de aceptar para algunos, pero la realidad es que hemos descuidado enseñanzas valiosísimas de las Escrituras. Razón que responde al interrogante, y por la que continuamente le observamos impotentes ganar más terreno y adueñarse de las reuniones cristianas»[ii].

Nota importante:

Es muy importante dejar bien claro que lo presentado a continuación, no es una cuestión de ir a favor o en contra de alguna confesión en particular... Se trata de ser bíblicos, sobre todo, en cuanto a este tema tan importante que nos afecta y atañe a todos sin importar cual sea su denominación. Además, debe saber también que «siento un profundo respeto y admiración por hombres de Dios que han nacido en o pertenecen a denominaciones carismáticas. Entiendo que cuando se habla de carismáticos, muchos acostumbran a relacionarlo con enseñanzas falsas y sin fundamento, prácticas extravagantes y anti bíblicas, profecías fallidas, estafas, engaños y un gran número de errores doctrinales. Sin embargo, no todos los que hoy se denominan carismáticos deben ser incluidos en dichos actos, y mucho menos confundidos con los farsantes que encontramos a diario en cadenas de televisión y radio»[iii].

Breve historia del movimiento pentecostal y carismático:

El movimiento pentecostal, descansa sobre la soteriología defectuosa del movimiento de santidad del siglo diecinueve, donde se enseñaba la doctrina de Wesley sobre la "perfección cristiana", «según la cual, el creyente en esta misma vida, puede ser liberado de cualquier pecado consiente y de cualquier impulso pecaminoso»[iv].

«Bajo le influencia de la doctrina errónea de Wesley, [escribe Rudolf] círculos extremos del movimiento de santificación desarrollaron una doctrina progresiva en la que según después del nuevo nacimiento se hace efectivo el alcance de una "santificación total", del "corazón puro". Algunos falsos maestros de la santificación llegaron a la conclusión de que después debía de seguir otro paso, a saber, el "bautismo del Espíritu", con el que posteriormente se podrían alcanzar los dones y los poderes de sanidad apostólicos...

»De esta manera se formó en los Estados Unidos de América, a lo largo del siglo XIX, un considerable movimiento con mucha influencia, que había sido inspirado y dirigido por espíritus de error, en el que también se difundieron "sanidades milagrosas" y prácticas místicas»[v].

El movimiento pentecostal y carismático, llegó a consolidarse gracias a las enseñanzas de un ministro metodista llamado Charles Fox Parham, la predicación de William J. Seymour, conocido por el famoso avivamiento de la Calle Azusa, y Essek William Kenyon, un pastor bautista influenciado por las sectas metafísicas del siglo diecinueve.

«Al igual que la mayoría de los predicadores afiliados al movimiento de santidad en esa época, [escribe MacArthur] Parham se sintió atraído por las doctrinas que eran secundarias, novedosas, extremas o totalmente no ortodoxas. Fue un ardiente defensor de la inmortalidad condicional (la idea de que los impíos serán aniquilados y no sometidos al tormento eterno) y a veces sonaba como universalista. Tenía una visión poco ortodoxa de la naturaleza humana caída, claramente no entendía la esclavitud del pecado. Parecía creer que los pecadores podrían redimirse con una combinación de su propio esfuerzo y la ayuda de Dios, y al parecer consideraba la gracia como algo que Dios le debía a la humanidad. Enseñó que la santificación garantiza la sanidad física y, por lo tanto, es un acto de incredulidad recibir tratamiento médico por cualquier enfermedad»[vi].

Tocante a Seymour y su falso avivamiento, es importante señalar las palabras de Parham a raíz de su viaje a Los Ángeles: «Quisiera hablar claramente en cuanto a la obra tal como la encontré aquí. Encontré influencias hipnóticas, influencias de espíritus familiares, influencias espiritistas, y toda clase de ataques, espasmos, personas que caen en trance, etc.»[vii].

«Paralelo a los acontecimientos que dieron lugar al nacimiento de la iglesia pentecostal [con Parham y Seymour], nos encontramos con Essek William Kenyon, quien mezcló su teología con enseñanzas del «Nuevo Pensamiento» (una secta metafísica surgida a mediados del siglo XIX).[viii] Los inicios de esta corriente filosófica se relacionan a Phineas P. Quimby, un Gurú estadounidense que practico el mesmerismo, predicaba la divinidad de los hombres, y enseñaba que «el pecado, la enfermedad y el dolor sólo existen en la mente».[ix] Es producto a esta mezcla, que surge el absurdo de «la 'confesión positiva' como forma de 'traer a la existencia lo que declaramos con nuestra boca»,[x] la aberrante idea de ver a cada creyente como una «encarnación tanto como lo fue Jesús»,[xi] (es decir, que el hombre es un pequeño Dios), y frases como: «Lo que yo confieso, eso poseo».[xii] Enseñanzas y expresiones plagiadas y popularizadas luego por Kenneth Hagin, quien más tarde fuera conocido como padre del movimiento carismático «Palabra de Fe».[xiii] Según la historia, los planteamientos de Kenyon fueron muy productivos para todo este gran embrollo de herejías que cada día crecía y se hacía más fuerte entre algunos creyentes. De hecho, colocaron el fundamento para lo que un tiempo después sería llamado el Evangelio de la Prosperidad»[xiv].

El movimiento pentecostal y carismático, es confuso y extremadamente multiforme, pues su doctrina, «va desde la ortodoxia evangélica hasta la indudable herejía»[xv]. No obstante, «los pentecostales contemporáneos (y por extensión, todos los carismáticos) están vinculados con Charles Parham como el arquitecto teológico de su movimiento».[xvi] Parham y Kenyon, «son los responsables de las bases teológicas sobre las que todo el sistema carismático está construido. Representan sus raíces históricas».[xvii]

La mezcla de lo sagrado con lo profano

¿Por qué el movimiento pentecostal y carismático es el mayor promotor del caos musical que hoy mina casi cada congregación? ¿Qué pruebas existen para sustentar tal afirmación?

El hombre siempre ha contado con la actitud de adorar a Dios como mejor le parece, pero nunca una adoración será verdadera mientras no sea conforme a lo que el Creador ha revelado y establecido en su Palabra.

En el Antiguo testamento, por ejemplo, encontramos que ciertos instrumentos como la flauta y los panderos... y ciertas prácticas como la danza, si bien eran permitidos por Dios en las celebraciones cívicas de su pueblo, no lo eran en la adoración directa y formal celebrada en el tabernáculo. Y en el nuevo Testamento, ni siquiera hayamos que se mencione el uso de danza e instrumentos musicales por parte de los cristianos en sus cultos.

No hay referencia alguna al uso de los instrumentos musicales en las reuniones cristianas hasta la introducción de un órgano llevado a cavo por la iglesia católica luego establecida. Tras la Reforma Protestante, reformadores como Juan Calvino se negaron a usar instrumentos en sus reuniones y más tarde pastores como Charles Spurgeon continuaron con la misma postura. No todos lo veían del mismo modo, pues sabemos que 100 años antes del "Príncipe de los predicadores ", es decir, por los días de John Wesley, ya muchos habían introducido la música en sus actividades religiosas, Wesley, escribió:

¿Necesitamos otro ejemplo? No podemos tener uno de mayor fuerza que las modernas oberturas, voluntarios o conciertos que consisten completamente de sonidos artificiales, sin una sola palabra. ¿Qué tiene que ver cualquiera de las pasiones con esto? ¿Tienen juicio, razón, sentido común? Absolutamente ninguno. Todo esto queda totalmente excluido por sonidos extravagantes y sin sentido [...] Y, para complicar más el asunto, esta jerigonza ha encontrado un lugar hasta en el culto de Dios. Ocupa (¡qué pena! ¡Qué vergüenza!) La mayor parte de nuestra música eclesiástica. Se encuentra hasta en nuestros mejores motetes o antífonas y en las partes más solemnes de nuestro culto público. Que diga cualquier persona imparcial o sin prejuicio, si puede haber una mayor burla a Dios.[xviii]

Según las investigaciones de Eilen Southern, ―una reconocida musicóloga y profesora en la Universidad Harvard―, en cuanto a las prácticas del baile y la danza presentes en los rituales paganos que ya se venían mesclando con el evangelio, señala: «En las ceremonias del bosque (esto es, encuentros celebrados en zonas de arbolado sin utilizar tiendas) [...] [el obispo Daniel Payne] sufrió una honda decepción cuando encontró los siguientes hábitos paganos en una de ellas:

"Tras el sermón formaron un corro, y quitándose sus chaquetas se pusieron a cantar, dando palmas y pateando el suelo de la manera más ridícula y pagana. Pedí al pastor que fuera a interrumpir su baile. A petición de este interrumpieron el baile y las palmas, pero continuaron cantando y sacudiendo sus cuerpos de un lado a otro... Tras el sermón de la tarde, al tener otra oportunidad de hablar a solas con este joven director del canto y del baile, éste me dijo: "Los pecadores no se convertirán a no ser que haya un corro... El Espíritu de Dios actúa sobre la gente de distinto modo. En una ceremonia de campo tiene que haber un corro aquí, un corro allá, otro corro más lejos, o los pecadores no se convertirán."

»Estos hábitos [escribe Eilen] reflejaban evidentemente tradiciones africanas muy arraigadas»[xix].

«Examinando las fuentes de la época [continua Southern] se ve claramente que los padres de la iglesia tenían dificultades para impedir que los africanismos se deslizaran en los oficios religiosos, ya fuera en las zonas urbanas o en rurales.

»La iglesia de EMA se preocupó hasta tal punto de la invasión del africanismo que aprobó una resolución especial en su conferencia anual de 1841: "Resolvemos que nuestros predicadores deben oponerse con todas sus fuerzas a los cantos de melodías de fuga [sic] e himnos de nuestros propios compositores en reuniones y lugares públicos".

»¡Ninguna medida represiva consiguió cambiar las cosas! Durante todo el siglo XIX grandes masas de cristianos negros improvisaban sus canciones espirituales en las iglesias de las ciudades y las plantaciones rurales, contribuyendo así a desarrollar un repertorio de espirituales negros que iba a tener un enorme impacto en la música americana del siglo XX y también sobre la música del resto del mundo. Y los cristianos negros siguieron participando en bailes sagrados, llamados "shouts" [gritos], que en el futuro habrían de en la evolución de otros tipos de baile, tanto sagrados como profanos»[xx].

Ha de añadirse que por estos mismos años, muchos misioneros y predicadores tanto blancos como negros, no aceptaban estas prácticas y prohibían cualquier tipo de baile en las reuniones cristianas. «Las costumbres musicales de la iglesia invisible esclava se transmitieron con todo su vigor a las iglesias populares de la época posterior a la emancipación: palmas, pateo del suelo, estilo de pregunta y respuesta, complejidades rítmicas, tiempo pesante, improvisación melódica... acompañamiento de percusión y gritos de corro»[xxi].

La música en las iglesias pentecostales, escribe Sourthern, «[era y] es [hoy] explotada en un grado que posiblemente no tiene parangón con ninguna otra confesión. Es fama que uno de los patriarcas de la iglesia de santidad dijo que "no se debería permitir al demonio seguir este excelente ritmo", y las iglesias pentecostalistas siguieron su consejo al pie de la letra. Durante la parte musical de los oficios los miembros palmeaban (normalmente a contratiempo), pateaban el suelo y en su momento tocaban la pandereta y se incorporaban al coro con su canto. Más aún el baile sacro era parte esencial de las ceremonias del culto»[xxii].

Una de las figuras claves «en el proceso hacia el pentecostalismo»[xxiii] fue Benjamín Harden Irwin, quien, para la década de 1890, ya predicaba sobre el bautismo de fuego y luego comenzaría a promover «bautismos adicionales de 'dinamita', 'lidita' y 'oxidita'».[xxiv] Según Donald W. Dayton, las reuniones de Irwin «se caracterizaban por los gritos, las danzas en el Espíritu, el caer en transe, y muchas otras manifestaciones».[xxv] Y Vinson Synan, por su parte, afirma que «la expresiva adoración y alabanza de Azusa, con gritos y danzas, ya era común entre los blancos de los Apalaches y los negros del Sur».[xxvi] Añadiendo después que «la mezcla del don de lenguas y otros carismas con estilos de música y adoración sureños negros y blancos, creó una nueva forma, propia, de pentecostalismo».[xxvii] Eileen, por otro lado, nos dice que: «En estas iglesias se daba por supuesto que la música era una forma tan válida de rendir culto como la palabra hablada, y como señaló un estudioso, la música "a veces llega a suponer nada menos que el cincuenta por ciento del tiempo destinado a los oficios"».[xxviii]

Por muchos años, el movimiento pentecostal fue rechazado y considerado como una secta por los teólogos conservadores. «Sin embargo, en la década de 1960, el movimiento comenzó a extenderse dentro de las denominaciones principales, ganando terreno en las iglesias protestantes que habían abrazado el liberalismo teológico y ya estaban muertas espiritualmente»[xxix]. Y fue precisamente la música, un arma muy eficaz en manos del movimiento para infiltrar su desastrosa teología entre los creyentes actuales de casi cada denominación. «Puede que muchos creyentes no lo vean así; sin embargo, bastaría solo con darnos un paseo por cada congregación existente en nuestros días, para comprobar que casi todos los eventos y artistas cristianos son una imitación de los espectáculos y estrellas más populares en el mundo carismático e incluso, gran parte de los cánticos utilizados son también de procedencia carismática. Como expresara Bühne»[xxx]:

«Ya en el primer congreso de 1991 se constató públicamente que el movimiento carismático había penetrado en los círculos hasta entonces no carismáticos, especialmente por sus cánticos y su música. 'Juventud con una Misión' ha trabajado intensamente en este campo, y lo cierto es que apenas hay un cancionero que no contenga cánticos procedentes del movimiento carismático y especialmente de JCUM. Así no es de extrañar que poco a poco las convicciones carismáticas estén entrando en las iglesias por medio de estas canciones, influyendo en su teología».[xxxi]

«Para los años noventa [escribe Synan] el estilo pentecostal de adoración había entrado en muchas iglesias evangélicas tradicionales cuyos miembros ahora, en sus cultos, cantaban con música contemporánea, levantaban las manos y oraban por los enfermos. A las personas que visitaban algunas Iglesias les hubiera resultado difícil distinguir la adoración, de la de una congregación netamente pentecostal. En muchas Iglesias evangélicas hay, no solo don de lenguas e interpretación, sino 'risa santa', caídas 'bajo el poder del Espíritu Santo' o danzas ante el Señor y cantos en lenguas».[xxxii]

Toda esta mezcla ha sido posible gracias al movimiento pentecostal y carismático, pues este, esparcido por todo el mundo, «absorbe sin discernimiento [escribe MacArthur] las ideas paganas de falsas religiones locales en su teología. Por ejemplo, en África, una tradición obsesiva con curanderos, espíritus demoniacos y la adoración de ancestros ha sido largamente asimilada por iglesias pentecostales ahí. El híbrido resultante se llama a sí mismo «cristiano» pero está de hecho enraizado en paganismo tribal.»[xxxiii].

Culto para el recreo, el entretenimiento y a la diversión

El hecho de permitir que la música invadiera nuestras reuniones del mismo modo que se ha venido haciendo entre los pentecostales y carismáticos desde sus mismos inicios, ha dado como resultado que las iglesias se convirtieran en centro de espectáculos. La entrada de géneros y estilos musicales de cualquier tipo, ha pervertido la verdadera adoración, y es una muestra irrefutable del descuido de las Escrituras, pues en lugar de buscarse lo que en verdad agrada a Dios; se ha actuado con el objetivo de recrear, divertir y complacer preferencias y gustos personales.

El reclamo de ver a la música como parte de la adoración va en contra de las Escrituras, pues rompe, como bien ha señalado Masters, «el principio fundamental de que la adoración tiene que ser exclusivamente "en espíritu y en verdad". Las palabras y los pensamientos son el todo en la adoración. La música tan solo puede ayudar a nivel práctico, pero no puede ser usada para expresar adoración. El creer que sí puede es caer en el trágico error de la adoración estética. El canto del pueblo de Dios debe ser grande y glorioso en términos de fervor y esfuerzo, pero son las palabras y el corazón de los adoradores lo que Dios desea. Todo adorno innecesario es una ofensa para Él. En primer lugar porque Él no lo ha pedido, en segundo lugar porque es una "mejora" insolente en lo que Dios ha establecido y en tercer lugar porque es una poderosa distracción a la adoración espiritual. ¿Suena esto extraño? Hoy en día tal vez sí, pero hace cincuenta años y también en los tiempos de la Reforma prácticamente todo cristiano hubiera dicho esto muy enfáticamente»[xxxiv].

No crea que este modo de proceder, es decir, el permitir que la música invada el culto cristiano, es algo particular de nuestra época posmoderna, Sourthern nos dice ―y es uno de los tantos ejemplos que se pueden exponer para demostrarlo― que durante muchos años los pastores de las iglesias dominantes se habían opuesto firmemente a introducir este tipo de música en las reuniones; mientras en las iglesias pentecostales «La gente iba sencillamente para "escuchar la música" y disfrutar del glorioso sonido de los conjuntos instrumentales[xxxv]. Por otro lado tenemos el testimonio del popular actor Morgan Friman, pues cuenta que a la edad de 13 años: «Iba a la iglesia bautista el domingo, como todos los negros de Mississippi, sobre todo porque las misas bautistas son divertidas: coros, música, sermones gritados, fieles que se desmayan...Un caos fascinante"».[xxxvi]

Y si queremos un testimonio más actual, podemos citar a Marcos Witt, pues en una entrevista que se le hiciera en un programa de televisión chileno, después de casi gastarse bailando en medio del set; cuando le preguntan acerca de que es lo que pasaba con él, que aun teniendo su música letra cristiana, sus ventas eran extraordinarias, responde:

«Nuestra música es divertida como ya se dieron cuenta. Somos personas que nos gusta mucho divertirnos, pero nuestro mensaje es lo que nos diferencia, porque tenemos un mensaje que creemos que abraza el corazón, abraza el espíritu y permite que Dios nos dé un beso y una caricia, [y dirigiéndose al público, continua] que todos necesitamos un beso de parte de Dios ¿no es cierto? [...] Dios es esa esperanza en nuestras vidas y por eso usamos la música, la alegría, el baile, para poder convivir con la gente y darse cuenta que Dios es algo precioso y que puede funcionar en nuestra vida diaria».

Y cuando el animador del programa le pregunta: «¿Y tu pasas del merengue, pasas de repente al rock melódico, al reggaetón a la balada, lo que venga?» Este, responde: «Usamos cualquier cosa con el fin de comunicar este mensaje. Lo que importa es el mensaje no el ritmo. Entonces usamos cualquier cosa para poderlo comunicar».[xxxvii]

El mismo espíritu de error que sedujo y cautivó las mentes de aquellos creyentes en los primeros siglos, como es el caso de Montano y sus seguidores, y que siglo tras siglo persistiría con su despiadada labor a través de la iglesia católica con sus extravagantes vestimentas, sus imágenes, sus procesiones y su música, hoy continua haciendo adeptos entre los creyentes actuales; sobre todo, en aquellos que han abrazado la doctrina carismática. ¡Qué diferencia tan grande existe entre los promotores del caos musical que hoy mina las iglesias cristianas y hombres de Dios como Spurgeón! Peter Masters escribió:

«Es conveniente puntualizar que C. H. Spurgeon en sus días, no quería tener un órgano en el Metropolitan Tabernacle de Londres porque notó cómo algunas de las iglesias más grandes se habían dejado llevar por sus magníficos instrumentos y por las grandes cualidades de sus organistas. Estaban complaciendo los oídos de la gente (como Spurgeon solía decir) con cosas musicalmente hermosas que no eran himnos. Le preocupaba que la gente fuera a la iglesia a ser entretenida en vez de a adorar; y peor aún, notó cómo la música, con su habilidad y hermosura, podría ser considerada por sí misma como un acto de adoración y una ofrenda a Dios»[xxxviii].

¿Es una cuestión de cultura?

Nuestros oídos son influenciados por los sonidos de cada época y región en particular, la música, la forma de vestir y la manera de expresarnos son típicas en cada pueblo y nación. Sin embargo, y sea cual sea la cultura en la que hayamos nacido, el robo, el asesinato, la mentira, el adulterio, la idolatría y la desobediencia a la Palabra... continuarán siendo pecado.

El hecho de que en algún lugar de este planeta existan culturas donde, por ejemplo, sea bien visto y aprobado el matrimonio y la adopción de niños entre personas del mismo sexo, no es más que una muestra indiscutible de lo degradada y alejada de Dios que se encuentra.

En el caso de la música no es diferente, los sonidos que provoquen en nosotros movimientos sensuales... como la salsa, el merengue y el reggaetón, por solo mencionar algunos ejemplos, no son lícitos par usar en nuestros cánticos congregacionales. «No podemos fomentar un tipo erótico de música y esperar tener éxito en evitar la erosión de las normas y los ideales»[xxxix]. Cuando el mensaje de los sonidos musicales produce esa clase de respuesta, es decir, movimientos eróticos y sensuales, «entonces no es buena música para el cristianismo»[xl].

No se trata de un tema cultural, esto es una estrategia, y en todo caso, una escusa para que aceptemos la mezcla de lo santo con lo profano, para que introduzcamos practicas paganas y mundanalidad en el culto cristiano.

La música es un lenguaje universal, el ritmo que a una cubana le hace mover los pies y las caderas también lo hará con un china. Los sentimientos de tristeza o miedo producidos por la música afectan tanto a una cultura como a otra. Un ejemplo de ello lo encontramos en las declaraciones de Stefan Koelsch, doctor en neurociencia, músico, neurobiólogo y profesor de psicología de la música en la Freie, Universität de Berlín. Cuando le preguntaron si «la percepción de la música es universal», respondió:

«Uno de mis alumnos de doctorado se fue a África a estudiar a individuos que no habían escuchado nunca la música occidental. Les puso música alegre, música triste, divertida y música que daba miedo para ver si podían reconocer la emoción. Sus expresiones eran claramente reconocibles, lo que demuestra que la música occidental es universal».[xli]

La adoración no ha sido inventada por hombres, y la cultura no es lo que determina como se debe adorar al Señor. La adoración ha sido establecida y regulada por Dios. Usted y yo nunca hubiésemos sabido como adorarle si Él no nos lo hubiera revelado antes. Y es imposible que el Santo y Eterno pueda, desee y permita ser adorado según el criterio y las invenciones de hombres pecadores.

«La verdadera adoración [escribe Masters] siempre ha sido una cuestión del corazón. Instamos una vez más a los lectores a considerar este punto principal de la adoración, porque la manera en que adoramos no es una cuestión cultural, de gusto o generación, sino más bien una cuestión de reglas dadas por Dios. Los principios cuentan. El gran enunciado común a la Confesión de fe de Westminster y a la Confesión bautista de fe del siglo XVII está en contra de todo lo que está sucediendo hoy en día:

"La manera aceptable de adorar al Dios verdadero es instituida por Él mismo; y está por tanto limitada por su voluntad revelada, para que no sea adorado de acuerdo a la imaginación e instrumentos de los hombres..."»[xlii].

Cada época ha tenido sus retos para el creyente que ha anhelado permanecer fiel al Señor, y la nuestra, nos desafía al mirarnos fijamente a la cara gesticulando una sonrisa burlona que muchos han confundido con la más fiel y digna de las aprobaciones. El arma está siendo usada con destreza, pues la música, es una alternativa ideal para falsificar las emociones experimentadas por el gozo de una verdadera comunión con Dios.

Un peligro latente y una decisión a tomar

Muchos entienden, sobre todo entre los no carismáticos, que no hay nada de malo en cantar las canciones de aquellos que promueven falsas doctrinas y el uso de cualquier género o estilo musical producido por el mundo para adorar al Creador. «Los argumentos expuestos con mayor frecuencia expresan que: "no hay problema si son cantados con verdadera devoción y sinceridad, poseen una letra bíblicamente correcta o se confirma que fueron escritos por cristianos fieles a la Palabra"». Sin embargo, este razonamiento, ignora el hecho propagandístico que viene ligado a tal proceder. «Por ejemplo: una iglesia [de sana doctrina] que suele usar en su tiempo de alabanza las canciones de Marcos Witt o de Danilo Montero, estará gritando a sus congregados, sus visitantes, y por qué no, al mundo, que estos creyentes predican una sana doctrina; cuando es comprobado que no lo hacen. Dicha iglesia estaría, sin duda, dando crédito a enseñanzas disparatadas y horrorosas como las de las de Joel Osteen. Después de todo, ¿no han estado ellos bajo el liderazgo de Joel, y aun lo están? ¿No son sus compañeros en el ministerio y aprenden de él? Pablo escribió: «Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostataran de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios» (1 Timoteo 4:1). De modo que, podemos preguntarnos, ¿cantaría el apóstol en sus reuniones cánticos hechos por creyentes que se apartaron de la verdad «escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios» como Himeneo, Fileto o Alejandro? (1 Timoteo 1: 20; 2 Timoteo 2: 17). El mandato de Dios es bien claro, pues nos dice que a todos aquellos habladores de vanidades y engañadores «es preciso tapar la boca [ya] que trastornan casas enteras, [es decir, iglesias] enseñando por ganancias deshonestas lo que no conviene» (Tito 1: 10-11). Si queremos una iglesia libre de apostasía, debemos echar fuera a los apostatas y a todo aquello que comparta, apruebe e incentive sus aberrantes y corrompidas enseñanzas demoniacas»[xliii].

No hay nada de malo en los canticos modernos, siempre y cuando sean bíblicos, aptos en cuanto a género y estilo y sobre todo, que provengan de personas que poseen y enseñan una sana doctrina.

No hay nada de malo en tener instrumentos musicales en la iglesia, pero creo que deben ser bien escogidos y usados de modo tal que sea el canto el que prevalezca. Después de todo, los instrumentos no violan el "Principio Regulador del Culto Cristiano", pues no son parte de los elementos, sino de la circunstancias, como las cortinas y los asientos, es decir, que pueden estar tanto presentes como ausentes.

La música nunca ocupó interés alguno en la labor diaria de la iglesia primitiva, por lo tanto, no es tan importante como nos han hecho creer en estos últimos tiempos. Y es extremadamente urgente que dejemos de usara los canticos de procedencia carismática y de imitar su modo de proceder en nuestras reuniones. Como expresara MacArthur: «Estoy convencido de que el estilo contemporáneo de la música carismática es el punto de entrada para la teología carismática en las iglesias. Si adoptamos la música, la teología lo sigue, porque de pronto estas cantando las mismas canciones, estás oyendo los mismos artistas, estas experimentando las mismas emociones [...] experimentando los mismos sentimientos. [...] Enséñame una iglesia que tiene una declaración doctrinal fuerte, una declaración doctrinal Histórica [...] Enséñame una iglesia que ama los grandes himnos, la grande teología en música y te enseñaré una iglesia que se reúsa a abrazar la música del movimiento carismático. Y debido a que la música no entra, la teología tampoco entra».[xliv]


NOTAS

[i] Morales A. W. (2015). La Música También Llora. Colección Sendero, Logos ediciones. Págs. 155-157.

[ii] Ibid. Pág. 136.

[iii] Ibid. Pág. 134.

[iv]Rudolf Ebertshäuser. Sobre la historia del movimiento Pentecostal y Carismático. Pág. 3. Disponible en: https://www.end-time-church.net/spanish-7

[v] Ibid. Pág. 3-4.

[vi] MacArthur J. (2014). Fuego extraño. Estados Unidos de América: Grupo Nelson. Págs. 39-40.

[vii] Parham, The Life of Charles F. Parham, pág. 154. Como se cita en: Liardon, R. (2000). Los Generales de Dios. (Virginia López Grandjean, Trad). Impreso en Colombia. Peniel. Págs. 185-186.

[viii]«Phineas Parkhurst Quimby. (1802-1866). Tiene su justo lugar como Gurú de las ciencias mentales, o ciencias de la mente. [...] 'Enseñar la infinitud del Ser Supremo, la Divinidad del Hombre, sus infinitas posibilidades a través del poder creativo del pensamiento constructivo y la obediencia a la voz de la presencia interior, que es nuestra fuente de inspiración, Poder Salud, Prosperidad'». Mather, G.A., & Nichols, L.A. (2001). Diccionario de creencias, religiones, sectas y ocultismo. (Enrique C., Helen A., & Juan Carlos M, Traducción y adaptación). (Barcelona) España. Clie. Pág. 359. Se cita a Sydney Ahlstrom. (1975). A Religious History of the American People. Vol. 2. Garde City (Nueva York). Image Books. Pág. 537.

[ix]Ibid.

[x]Synan, V. (2006). El siglo del Espíritu Santo. Buenos Aires, Argentina: Edi-torial Peniel. Pág. 426.

[xi]Hanegraaff, H. (2010). Cristianismo en Crisis. Estados Unidos de América: Grupo Nelson. Pág. 19.

[xii]Ibid. Pág.

[xiii]Según Hanegraaff, Hagin insiste que las influencias de Kenyon en su ministerio han sido mínimas. (Synan, V. (1990) The Faith of Kenneth Hagin. Pág. 68), y que 'el Espíritu Santo le dio a las mismas palabras que a Kenyon sin que él tuviera conocimiento anterior de las fuentes. (Ibíd.). Lo cual resulta extremadamente «dudoso». «Hanegraaff, añade: «A pesar de ser excomulgado por los Bautistas del Sur en 1937, el rango de influencia de Hagin no ha sido nada menos que sensacional. Casi cada principal predicador de la prosperidad ha sido influenciado por Hagin».

[xiv]Morales A. W. (2015). La Música También Llora. Colección Sendero, Logos ediciones. Págs. 144-145.

[xv]MacArthur. (Sexta edición: 2012). Diferencias doctrinales entre los carismáticos y los no carismáticos. Mundo Hispano. Colmbia. Prólogo, Pág. 7.

[xvi]MacArthur, J. (2014). Fuego extraño. Estados Unidos de América: Grupo Nelson. Pág. 27. Cita a Jack W. Hyford y S. David More. (2006). The Charismatic Century. Nueva York. Hachette. Pág. 232. «Parham formuló las cuatro marcas clásicas de la teología y la experiencia pentecostales: la salvación, el bautismo en el Espíritu Santo, la sanidad y la expectativa de la segunda venida de Cristo». Anthony C. Thiselton. (2007). The Hermeneutics of Doctrine. Grand Rapids Eerdmans. Pág. 438.

[xvii]Ibid. Pág. 31. MacArthur afirma: «Como fundador y arquitecto teológico del pentecostalismo, Parham articula los principios e interpreta las experiencias que provocaron el movimiento carismático moderno [...] Como el abuelo del movimiento de la Palabra de Fe, Kenyon les proporciona a los posteriores predicadores de la prosperidad una receta para el veneno doctrinal».

Vinson Synan, en referencia al movimiento de la Palabra de Fe, escribió: «Las raíces de este movimiento estaban profundamente arraigadas en el pentecostalismo clásico y las cruzadas de sanidad de los años cincuenta. Essek William Kenyon -cuyas teorías de 'la obra terminada' habían influido en la teología de las primeras épocas de las Asambleas de Dios- es unánimemente considerado el precursor de este movimiento. Básicamente, la enseñanza de la palabra de fe hace énfasis en la 'confesión positiva' como forma de 'traer a la existencia lo que declaramos con nuestra boca, ya que: la fe consiste en confesar'. Lo que la mayoría de la gente confesaba era sanidad para el cuerpo y prosperidad material. Esto también se conoció como 'evangelio de la prosperidad', que ofrecía a sus seguidores salud y prosperidad en respuesta a la 'oración de fe'». Synan, V. (2006). El siglo del Espíritu Santo. Buenos Aires, Argentina: Editorial Peniel. Págs. 425- 426.

[xviii]Wesley, J. (s. f.) Obras de Wesley: Pensamientos sobre el poder de la música. (Inverness, 9 de Junio de 1779). USA. Edición auspiciada por Wesley Heritage Foundation, Inc. Editor general, Justo L. González. Tomo IX. Págs. PDF 238-239.

[xix]Southern, E. (2001). Historia de la Música Negra Norteamericana. Impreso en MaterPrint, S.L. Madrid. Ediciones Akal, S. A. Pág. 144.

[xx]Southern, E. (2001). Historia de la Música Negra Norteamericana. Impreso en MaterPrint, S.L. Madrid. Ediciones Akal, S. A. Pág. 145.

[xxi]Southern, E. (2001). Historia de la Música Negra Norteamericana. Impreso en MaterPrint, S.L. Madrid. Ediciones Akal, S. A.Pág. 425.

[xxii] Southern, E. (2001). Historia de la Música Negra Norteamericana. Impreso en MaterPrint, S.L. Madrid. Ediciones Akal, S. A. Pág. 473.

[xxiii]Dayton, W. Donald. (1991- 1996). Raíces Teológicas del pentecostalismo. (Elsa R. de Powell Trad). Nueva Creación Buenos Aires; Grand Rapids & William B. Eerdmans Publishing Company. Pág. 64.

[xxiv]Ibid. Pág. 65.

[xxv]Ibid. Pág. 67

[xxvi]Synan, V. (2006). El siglo del Espíritu Santo. Buenos Aires, Argentina: Edi-torial Peniel. Pág. 15.

[xxvii]Ibid.

[xxviii]Southern, E. (2001). Historia de la Música Negra Norteamericana. Impreso en MaterPrint, S.L. Madrid. Ediciones Akal, S. A. Págs. 496-497.

[xxix]MacArthur, J. (2014). Fuego extraño. Estados Unidos de América: Grupo Nelson. Pág. 15.

[xxx]Morales A. W. (2015). La Música También Llora. Colección Sendero, Logos ediciones. Pág. 160.

[xxxi]Bühne, W. (1994). Explosión Carismática. España: Editorial Clie. Pág. 157.

[xxxii]Synan, V. (2006). El siglo del Espíritu Santo. Buenos Aires, Argentina: Editorial Peniel. Ibid. Pág. 428.

[xxxiii]MacArthur, J. (2014). Fuego extraño. Estados Unidos de América: Grupo Nelson. Notas: Pág. 246. Para más información, ver Conrad Mbewe, «Why Is the Charismatic Movement Thriving in Africa», Grace to You blog (24 julio 2013), https://www.gty.org/Blog/B130724.

[xxxiv]Masters, P. Tres principios infringidos I: ¿Adoración espiritual o estética?

[xxxv]Southern, E. (2001). Historia de la Música Negra Norteamericana. Impreso en MaterPrint, S.L. Madrid. Ediciones Akal, S. A. Pág. 478.

[xxxvi] Noticia Cristiana. (17 de marzo de 2016). Morgan Freeman busca a Dios después de alejarse de él a los 13 años. https://www.noticiacristiana.com/entretenimiento/television/2016/03/morgan-freeman-busca-a-dios-despues-de-alejarse-de-el-a-los-13-anos.html

[xxxvii]Fama contra fama, Rojo. (R, Araneda, presentador). Programa de televisión. Chile. Visto el 3 de noviembre de 2011 en:

https://www.youtube.com/watch?v=4dX0qjuHr7c

[xxxviii]Masters, P. Tres principios infringidos I: ¿Adoración espiritual o estética?

[xxxix]Taylor hace referencia a la música rock, pero he decidido eliminar parte de la cita ya que mi intención abarca todos los géneros y estilos musicales que guardan similares características -R. Taylor. A return to Cristian Culture. Blanchard, J., Anderson, P., & Cleave, D. (1991). El Rock Invade la Iglesia. (D. Cánovas, Trad.). Barcelona, España: Clie., & Ed., Ebenecer. Pág. 45.

[xl]R. Taylor. A return to Cristian Culture. Blanchard, J., Anderson, P., & Cleave, D. (1991). El Rock Invade la Iglesia. (D. Cánovas, Trad.). Barcelona, España: Clie., & Ed., Ebenecer. Pág. 45.

[xli] Sanchís, I. (17 de agosto de 2011). La Música Puede Variar Profundamente el Cerebro. Entrevista a Stefan Koelsch. La Vanguardia. com. visto el 12 de noviembre de 2013 en:

https://www.lavanguardia.com/lacontra/20110817/54201280756/la-musica-puede-variar-profundamente-el-cerebro.html

[xlii] Masters, P. Tres principios infringidos I: ¿Adoración espiritual o estética?

[xliii]Morales A. W. (2015). La Música También Llora. Colección Sendero, Logos ediciones. Pág. 244.

[xliv]MacArthur, J. (s. f). Una Súplica a Amigaos Carismáticos. Mensaje de audio. En línea:

https://www.gracia.org/Productos.aspx?category=5.

©Wilfredo Morales Acosta