EL ORIGEN DE LA MÚSICA Y SU USO EN EL CULTO CRISTIANO

Extraído del libro: La Música También Llora
©Wilfredo Morales Acosta
27/10/2015
Son muchas las respuestas que el hombre ha dado en su afán de explicar el origen de la música. Algunas son aceptables, otras, completamente alejadas de la verdad, pero las que se enseñan dentro de alguna congregaciones cristianas, donde se mezcla la verdad con el error, no solo son absurdas, sino también peligrosas en extremo. ¿Cuál es el origen de la música? La música es creación de Dios. No es posible saber el momento en el que fue creada una obra tan maravillosa, no obstante, de lo que si podemos tener total seguridad, es que en su principio era santa y pura.
La música, es el «arte de combinar los sonidos y silencios en una secuencia temporal atendiendo a las leyes de la armonía, la melodía y el ritmo»[1] La música es sonido, y la física nos enseña que el sonido es una vibración que se propaga en un medio elástico. Quizás lo más sorprendente e impresiónate es que las vibraciones producidas por los instrumentos musicales llegan a nuestro cerebro a través del oído, y una vez allí, pueden convertirse en la más excelente fuente de emociones para los seres humanos.
Por desgracia, esta verdad ha sido malinterpretada por populares e influyentes cristianos de nuestro tiempo, y las enseñanzas destructoras, peligrosas, erradas y deshonestas que brotan des sus pulpitos, han dado a luz el terrible descalabro que vemos hoy en la gran mayoría de las iglesias en cuanto al uso de la música en nuestros cultos. Rick Warren, por ejemplo, ocupa un lugar predomínate entre estos predicadores de error. Warren escribió:
Dios ama todos los estilos musicales porque él los inventó: los movidos y los lentos, los fuertes y los suaves, los clásicos y los nuevos. Pueden no gustarte todos, ¡pero a Dios sí! [...] Los cristianos suelen no ponerse de acuerdo acerca del estilo de música a usarse en la adoración, y defienden con pasión su estilo preferido como el más bíblico o digno para Dios. Pero, ¡no existe un estilo bíblico! [...] La música 'cristiana' no existe como tal: Solo hay música con letra cristiana. Lo que convierte a una canción en sagrada son las palabras, no la melodía.[2]
Es posible que para muchos creyentes, el veneno doctrinal hallado en este simple párrafo escrito por Warren pase desapercibido. Pero créame cuando le digo que la mezcla de verdad con error que coloca ante los cristianos del presente solo se puede catalogar como herejía destructora. Warren dice que «Dios ama todos los estilos musicales porque él los inventó» y que «lo que convierte a una canción en sagrada son las palabras, no la melodía».
Es cierto que el fenómeno físico al que los hombres hemos llamado música ha sido creado por Dios. Pero ello, no es razón para afirmar que toda la música que hoy escuchamos se origina de Él, y mucho menos que la ama. La afirmación de Warren es una farsa que intenta proveer para los gustos carnales y el capricho humano. Si tal enseñanza fuera cierta, entonces un acecino que lanza a alguien de un quito piso podría decir que es agradable a Dios porque Él creó la gravedad. Dios creó el fenómeno de la música y el de la gravedad, pero es evidente que no podemos relacionarle con todo lo que sucede con ambos.
La música que llega a nuestros oídos, no es más que una expresión del hombre que ha sido creado con la capacidad y el talento necesario para su producción y ejecución. Y esta creación humana, está apoyada sobre el fenómeno físico al que llamamos música y que una vez fuera creado por Dios.
Warren ignora que el hombre ha sido creado por Dios con la habilidad de crear y, que la música, es una forma de expresión humana como los son: la escritura, la pintura y entre otros el lenguaje. Usted y yo podemos expresarnos de muchas y variadas maneras, los gestos de nuestros rostros y movimientos de nuestros cuerpos, las palabras o cualquier otra manifestación artística mediante la que nos solemos expresar pueden ser agradables o rechazados por Dios. No existe mucha diferencia entre una mala palabra y una pintura donde se revelen actos de pornografía. Tampoco entre una grosería y una música que insta a pecar y al placer de la carne.
La ignorancia de Rick Warren en cuanto al tema es muy grande, pues entiende que no es la melodía sino la letra la que hace cristiana a una música. ¿Puede entonces el heavy metal, el merengue, el reggaetón y otros estilos semejantes ser música apta para nuestros cultos por el solo hecho de poseer letra cristiana?
El heavy metal por ejemplo, surge a finales de los años 60 y principio de los 70 con personalidades como Alice Cooper, Judas Priest y Jimmy Hendrix. La expresión musical que brota de estos individuos talentosos, declara, desde los sonidos que brotan de sus instrumentos hasta sus gestos, sus voces y sus ropas, una total rebeldía a la moral, la decencia y sobre todo a Dios y a su Palabra. Jon Diamond, presidente de la Academia Internacional de Medicina Preventiva, declaró: «Después de analizar 20.000 discos de rock, llegamos a la conclusión de que la música rock, (heavy metal), atonta el cerebro y debilita los músculos, mina la salud de los jóvenes, aumenta la tensión, la agresión, y envenena el ambiente».[3] ¿Cómo es posible entonces afirmar que Dios ama e inventó todos los estilos musicales? ¿Puede ser esta forma tan extrema de hacer música una creación de Dios? ¿Podemos ponerle letra bíblica y usarla en nuestras reuniones? No se ofenda con migo, pero hacer tal cosa, es como tomar una pintura ― imagine algo bien bochornoso y sucio― colocarle un marco bonito y frases bíblicas como: «Dios te ama, no peques más», y luego colgarla en la pared de nuestra iglesia.
Muchos géneros y estilos musicales existentes en la actualidad, nacen en un contexto idolátrico e inmoral, y de personas que a través de la música expresaron los sentimientos propios de dichas prácticas anticristianas. El Reggae, por ejemplo, nace en los barrios pobres de Kinston, capital de Jamaica (1960). Es un género musical estrechamente asociado al Movimiento Rastafari, donde se considera que «la raza negra es la reencarnación viviente del Israel de la Biblia»,[4] y a Ras Tafari Makonnem, el ya fallecido emperador Selassie de Etiopia, como: «'Rey de Reyes y Señor de Señores, Su Imperial Majestad el León de la Tribu de Judá'»; titulo que recibiera tras su coronación.[5] El significado de la palabra reggae (rege-rege) es el de pelea, riña o ropa andrajosa, literalmente harapos[6] y su intérprete más internacional fue Bob Marley, quien no solo difundió la música jamaiquina a nivel mundial, sino también la religión Rastafari.
El reggaetón: No surge de Dios como insensatamente algunos creyentes de nuestros días nos lo intentan vender;[7] su origen, aunque todavía existen discrepancias, se sitúa en Panamá (1970) y luego en los barrios pobres de Puerto Rico (1990). El predecesor más directo del reggaetón fue el reggae en español; contando también con una fuerte influencia de hip hop.
En un análisis superficial sobre este, encontraremos que es una expresión humana rebelde, egocéntrica y moralmente decadente, la manera de pronunciar las palabras en sus rimas da la sensación de que se está protestando, discutiendo o alardeando. El mensaje dictado por la conducta agresiva y desafiante, la ropa descuidada y exhibicionista, las letras denigrantes y el baile provocativo, sensual y pervertido que se practica bajo el ritmo repetitivo de estas canciones; donde se hace referencia a las relaciones sexuales entre los perros, incita al machismo, al sexo, la violencia, al adulterio, la fornicación y degrada a la mujer a un objeto puramente sexual. El psicólogo Yesid Penagos Rojas, escribió:
La música del reggaetón tiende a tener un ritmo que se repite, éste carácter cíclico puede causar la repetición sin fin, el efecto es mayor si la canción es la primera que se escucha al levantarse, o la última que escuchó por la noche antes de dormir. En ambos casos la tonada se queda 'adherida' al córtex auditivo del cerebro encargado de procesar los sonidos. Y la necesidad de tararear esas canciones funciona como un efecto inmediato, el efecto puede durar horas o días.
El panorama y horizonte anteriormente descrito puede impedir que los adolescentes se movilicen como sujetos autónomos y gestores éticos-estéticos. Lo que limitaría su capacidad adaptativa y propositiva de ver más allá del discurso y la lírica de estas canciones. Podría acortar también la capacidad de autoconciencia y autocrítica del sujeto adolescente, pues podría fijar en éste una huella indeleble.[8]
El Jazz: Surge a finales del siglo XIX y es fruto de un encuentro entre la música africana y europea. Los investigadores no se ponen de acuerdo aun, unos dicen que el término jazz nace en relación al mundo del deporte, otros, en los burdeles de Nueva Orleans; definiéndose a la palabra jazz como «un sinónimo del acto sexual que acabó calificando a la música».[9] Lo mismo sucede con las apalabras: Boogie-woogie y Swing. El Boogie-woogie es un estilo de Blues bailable, sin embargo, hace poco más de 100 años atrás, la población afroamericana en el sur de los Estados Unidos la usaba para referirse a la sífilis. Y el Swing; un estilo de jazz orquestal, fue un término usado como sinónimo del acto sexual; de hecho, al día de hoy se sigue utilizando en referencia al intercambio de parejas.[10] No obstante, si tomamos la decisión de ignorar todo lo dicho, todavía nos quedan las características propias del género, las cuales, le descalifican para su uso en los cantos congregacionales. Después de todo, el jazz es una música donde se exaltan el talento y las habilidades humanas, y el músico, quien exagera las cualidades de la música para dar un espectáculo de entretenimiento, no hace otra cosa que atraer toda la atención para sí mismo e investirse de gloria.
Y por último, el Merengue: Este surge en República Dominicana por los años 1800. Existen algunas diferencias, sin embargo, «casi todas las teorías del origen apuntan hacia conexiones entre el merengue y músicas bailables de salón de derivación europea, como la danza».[11] No es difícil percatarse de que el ritmo caliente que caracteriza a dicha música, es un llamado alto y claro al baile, al erotismo y la sensualidad. La música merengue es, sin duda, una expresión lujuriosa del hombre entusiasmado y ansioso por calmar su apetito sexual. El doctor Paul Austerlitz, escribió:
Las parejas tienen la opción de bailar pegadas. El baile permite socialmente el contacto físico íntimo entre hombres y mujeres; como me cuenta Joseíto Mateo, 'el merengue es 'música de ventaja,' es que da al hombre chance de poder abrazar a la mujer sin estar cometiendo nada malo...'. Combina el estrecho contacto con movimiento ondular de caderas, y una modalidad de baile excitante sexualmente.[12]
Existe una gran cantidad de géneros y estilos musicales que, al igual que los presentados, son inapropiados para usarse en el culto cristiano, como el samba, la salsa, la cumbia, la rumba, el guaguancó, etc., pues todos, al buscar en sus raíces y atender a sus características, comprendemos no son más que expresiones humanas nacidas entre la idolatría e inmoralidad de los hombres.
El problema es que al ser música, producto a su belleza y majestuosidad, suele pasar como algo indiscutiblemente bueno, agradable, placentero e ideal para el entretenimiento, pero no deja de ser una forma más de comunicación; un lenguaje universal capaz de evocar y estimular en nosotros sentimientos y emociones de forma semejante a lo que se lograría a través de las palabras, ya sean habladas o escritas.
El culto cristiano es un servicio público, y debe llevarse a cabo bajo los estándares de la Palabra de Dios. De la misma forma que no permitimos palabras inadecuadas, formas de vestir impropias y practicas indecentes en nuestras reuniones, debemos desechar el uso de ciertos géneros y estilos musicales sin importar cuán de moda estén o cuanto de nuestro gusto puedan ser. Si somos capaces de hacer distinciones entre vestuarios, practicas y el vocabulario, ¿por qué se nos hace tan difícil hacerlo con la música? Como cristianos, es nuestro deber distinguir entre lo puro y lo impuro; lo santo y lo profano. No tenemos el derecho ni la libertad de ofrecer a Dios lo que una vez fuera creado para los demonios y en el desenfreno de los hombres.
La música es un lenguaje; una forma mediante la cual el ser humano puede expresarse y los resultados pueden ser agradables o desechados por el Creador como sucede con los vocablos. Mi pregunta es: ¿Qué está fallando en la mente de la cristiandad actual? ¿Cómo es posible que después de escuchar gran parte de la música que hoy nos rodea se pueda concluir que es inventada por Dios y que la ama?
Otras de las prácticas inapropiadas y despreciables que encontramos habitualmente entre los cantantes cristianos, es la imitación del estilo sensual y seductor que hemos visto en artistas como Elvis Presley, Madonna y Britney Spears. Me refiero en específico a los movimientos, las poses y sobre todo a la forma en que se colocan las voces. Veámoslo de esta manera. Suponga que usted está reunido con sus amistades, de pronto, alguien se le acerca y le dice que imagine a la chica que tiene a su lado cantando una «canción como de ramera». ¿Qué imagen vendría a su mente? Puede que sus imágenes sean distintas a las mías o a las de cualquier otro individuo; aun así, estoy seguro que coincidiremos en expresiones seductoras y eróticas; sazonadas con una voz lujuriosa y sensual.
La Biblia también nos habla del estilo musical de mujer ramera «Cantará Tiro canción como de ramera. Toma arpa, y rodea la ciudad, oh ramera olvidada; haz buena melodía, reitera la canción, para que seas recordada» (Isaías 23: 15-16).
La mujer ramera tiene una forma particular de cantar las canciones. Esta sensualidad y coquetería seductora propias en ella, es usada entre los cantantes seculares, pero, ¿Qué hace esto dentro de las iglesias cristianas? ¿Cómo es posible que hoy se use el estilo musical de la mujer ramera para alabar al Dios santo? No sé si ya se había percatado o sea capaz de verlo, pero si le dedica solo un poco su tiempo, quedaras abrumado al ver la amplia lista de artistas cristianos que han hecho carrera con el estilo característico de la mujer ramera.
Algunos cristianos [dice Michelen] creen inocentemente que si la letra del himno es apropiada, todo está bien. Sin darse cuenta que el impacto emocional de la música puede ser más poderoso que el mensaje de las palabras. De hecho [...] el estilo musical condiciona el significado de las palabras, Y eso no solamente pasa cantando; eso pasa hablado. El tono en el que tú dices una palabra le da un significado diferente [...] ¿Qué puede ser más neutral que esa cancioncilla que nosotros usamos en el cumpleaños de nuestros hijos: Happy birthday to you? [...] Esa canción infantil [...] se convirtió en algo casi pornográfico; en algo puramente sensual cuando la cantó Marilyn Monroe celebrando el cumpleaños del presidente Kennedy. ¿Por qué? Porque su estilo de cantar, o si quieren ponerlo de otro modo, el estilo musical que ella usó como vehículo de transmisión de esas palabras, transformaron el mensaje. Lo mismo está ocurriendo hoy en el pueblo cristiano por haber abierto la puerta a cuanto estilo musical esté siendo producido por el mundo.
[Un poco antes había expresado] Esa sensualidad es totalmente inapropiada en la adoración de un pueblo santo dirigida a un Dios santo [...] y es impresionante ver, a muchos que se llaman cristianos usando esta misma técnica. Es como dice alguien: 'Con la letra le dicen a las personas ven a Jesús; con la música y el estilo musical le están diciendo: ven, baila con migo'.[13]
La falta de respeto y distancia hacia el Señor santo [escribe Rudolf Ebertshäuser] va ligada con una sensualidad impura y una tensión erótica implícita, más bien inconsciente, que proviene especialmente de la música popular con sus espectáculos y efectos. Con desenfreno se cantan 'canciones de amor', que supuestamente van dirigidas a Dios, pero las cantantes y los cantantes bailan de la misma manera desvergonzada y erótica como sus colegas de las discotecas del mundo. Les gusta ponerse en escena, incluso a menudo vestidos de manera impúdica y con tonos seductores en sus voces, con los que la música del mundo induce a la fornicación. Si por lo contrario, consideramos lo santo y sublime que es nuestro verdadero Señor y Dios (comp. Apoc 1), entonces tendríamos que espantarnos ante el pensamiento de que esas personas se atrevan a presentar tal cosa delante de Él. ¡Es una blasfemia total![14]
Muchos cristianos de hoy, impulsados en ocasiones por sus gustos personales o en el mejor de los casos, movidos por el anhelo de ver la iglesia crecer, han cerrado sus ojos ante el hecho evidente e indiscutible de que la música es un lenguaje; una expresión natural del hombre que puede ir a favor o en contra de los principios bíblicos. El afirmar y creer que toda la música es creada y amada por Dios ha sido catastrófico. Warren, escribe:
El estilo de música que elija para usar en sus reuniones será una de las decisiones más importantes (y críticas) que pueda tomar en la vida de la iglesia. También será el factor de mayor influencia para determinar a quiénes alcanzará para Cristo y si su iglesia crecerá o no.[15]
¿Qué ha dicho este hombre? ¿Desde cuándo es la música el factor más influyente que determinará a quienes alcanzará para Cristo o si la iglesia crecerá o no? ¿Cuándo cambió Dios las Escrituras y no nos enteramos? ¿Cuándo se fueron de vacaciones el Espíritu Santo y la Palabra inspirada para dejar de encargada a la música en semejante tarea?
Jesús dijo: «Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré. Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio» (Juan 16: 7-8). Como habrá notado, no es la música ni su estilo quien convence de pecado, de justicia y de juicio; como tampoco es quien hace crecer a la iglesia, pues Lucas nos dice que: «El Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos» (Hechos 2:47). Aun mas, no existe en la Biblia ni la más remota insinuación de haberse usado música para atraer a las personas, y mucho menos se nos demanda o aconseja que lo hagamos.
Debe adaptar la música [escribe Warren] a la clase de personas que Dios tiene preparadas para su iglesia [...] Años atrás, cuando me encontraba frustrado por tratar de complacer a todos, decidí realizar una encuesta en la iglesia. Le entregué a todos una tarjetita durante el culto general y les pedí que escribieran allí el nombre de la estación de radio que escuchaban. Lo que descubrimos es que el 96% de nuestra gente escuchaba música contemporánea moderada para adultos.
[...] Luego de encuestar a las personas a las cuales estábamos llegando, tomamos la decisión estratégica de dejar de cantar himnos en nuestras reuniones generales. En el lapso de un año, luego de haber decidido cuál sería 'nuestro sonido' (Pop rock contemporáneo). Saddleback tuvo una 'explosión' de crecimiento. Debo admitir que hemos perdido cientos de miembros potenciales a causa del estilo de música que usa Saddleback. Por otra parte, hemos atraído a otros miles a causa de nuestra música.[16]
Warren aconseja que: «Debe adaptar la música a la clase de personas que Dios tiene preparadas para su iglesia». ¿Por qué lo hace? Porque se dio cuenta que es una buena estrategia para aumentar el rebaño, pues años atrás, cuando se «encontraba frustrado por tratar de complacer a todos», se le ocurrió dicha táctica. ¿A qué nos exhorta y enseña la Biblia? ¿Qué le diría el apóstol Pablo a Warren? «Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo» (Gálatas 1:10).
Y concluye el escritor dándonos una nota de victoria; influenciando así a sus lectores ignorantes pero entusiasmados con la maravillosa idea de comenzar a usar música a gusto del consumidor, para atraer a miles, aunque se pierdan cientos.[17]
Es evidente que ante una total ausencia de argumentos bíblicos para dar sustento a todo este extravío de ver a la música como el factor más influyente y determinante para el crecimiento de la iglesia. Y con el objetivo de usar cualquier género y estilo musical para agradar a un público que al parecer viene en busca de cualquier cosa menos que de la verdad de un Dios santo y justo, Warren, entre otros, ha malinterpretado, no solo las Escrituras, sino también a algunos creyentes de siglos pasados, como es en los casos de Lutero, Calvino y Charles Wesley.
A lo largo de la historia de la iglesia, [escribe Warren] los grandes teólogos han expresado la verdad de Dios en el estilo musical de sus días. La melodía de 'Castillo fuerte es nuestro Dios' de Martín Lutero proviene de una canción popular de sus días. (En la actualidad, Lutero probablemente se inspiraría en las melodías que tocan en los bares). Charles Wesley usó varias melodías populares de las tabernas y de los teatros de ópera de Inglaterra. Calvino contrató a dos escritores de canciones seculares de sus días para que le pusieran música a su teología. La reina de Inglaterra se puso tan furiosa por estas 'melodías vulgares' que se refirió a ellas burlonamente llamándolas las 'gigas de Ginebra' de Calvino.[18]
No encuentro palabras para describir las afirmaciones de Warren, y quedo nada más y nada menos que enfrentado por un sentimiento de impotencia e impresionado, al ver con cuanta ligereza se puede adulterar la realidad. Ante las palabras escritas por el pastor de Saddleback, los que conocen un poco de la historia musical en la iglesia, quedarán indignados y llenos de espanto; mientras, todos aquellos que ignoran la verdad del pasado, serán impulsados a usar para alabar a Dios, aun la música más vulgar, sensual e indecente que pueda existir sobre la faz de la tierra.
Martín Lutero, por ejemplo, sabía tocar la flauta, el laúd y compuso más de una treintena de himnos. Uno de los tantos logros alcanzados por él, fue la restauración del canto congregacional en un lenguaje común y comprensible para todos, pues en sus días, a los feligreses no les era permitido cantar en los servicios de la iglesia Católica. Friederich Blume, escritor y antiguo profesor de musicología en la Universidad de Kiel, escribió: «La gente acostumbrada a cantar solo en un ambiente secular y permanecer silenciosa en la iglesia tradicional... ahora tenían que aprender a cómo cantar en la iglesia».[19]
Lutero, compuso treinta y siete corales, trece de ellos provienen de música del servicio o himnos latinos. Quince fueron de su total autoría. Cuatro proceden de canciones religiosas folklóricas alemanas. Dos fueron en su origen canciones religiosas de peregrinos; otras dos son de procedencia desconocida, y solo una de las melodías deriva de una canción secular del folklor alemán.[20] Aunque es de suma importancia añadir, que esta última, «(y no era una canción asociada con los bares) fue sustituida por el reformador, porque 'Lutero se avergonzaba de escuchar la melodía de su himno navideño cantada en tabernas y salones de baile'».[21]
¿Qué podemos decir de la música que influenció a Lutero? Lutero vivió en una época donde la religiosidad dominaba sobre la cultura, el arte y las más grandes e importantes universidades. La iglesia católica extendía sus largas manos y hacía que todo y todos quedaran bajo su control. Blume, señala:
El protestantismo conservó la clasificación medieval del mundo, con el arte secular sometido a una disciplina intelectual caracterizada por la piedad y la religiosidad. Bajo esas condiciones, la disparidad entre la música sacra y secular difícilmente podía en principio llegar a ser un problema.[22]
En otras palabras, la «música secular» en los días de Lutero, estaba en gran manera influenciada por la religiosidad, y no al contrario. Sin embargo, eso no quiere decir que no existiera música mala, de esas que apelan a lo más bajo del hombre y le degradan.
Lo que debemos entender es que Lutero nunca usó música erótica ni licenciosa para sus cantos. Decir que Lutero tomó prestado o que se inspiraría en la música que se toca en los bares, no es solo ir en contra de la verdad al darle un matiz desenfocado, es también, y de forma directa, impulsar el uso de la música más vulgar de nuestros días para alabar a Dios. Lutero era consciente de lo que hacía, y sabía cuando una música era impropia o adecuada. El no escatimó esfuerzos al hacer arreglos musicales para los jóvenes de su época con el anhelo de verlos alejados de la música mundana. Lutero, escribió:
Deseo que los jóvenes tengan algo que los libre de sus cancionetas de amor y canciones caprichosas, y en lugar de estas, aprendan cosas sanas y así se sometan voluntariamente a lo bueno; además, porque no soy de la opinión que todas las artes serán echadas por tierra y perecerán por causa del Evangelio, como algunos fanáticos pretenden, sino que quisiera verlas a todas ellas, y específicamente a la música como siervas de aquel que las dio y las creó.[23]
Toma especial cuidado [escribe Lutero] en rechazar mentes perversas que prostituyen este hermoso don de la naturaleza y del arte con sus despotriques eróticos. Y ten la plena certeza de que ningún otro sino el diablo mismo los incita a desafiar su naturaleza misma... Roban el don de Dios y lo usan para adorar al enemigo de Dios.[24]
Cuando leemos las palabras de Warren, somos guiados a creer que Calvino usó una música tan indecente como las que se suelen escuchar hoy en los sitios frecuentados por borrachos y gente inmoral. Lo cual, promueve el uso de cualquiera de estos géneros obscenos para ofrecerlos en alabanza al único y verdadero Dios.
Cuando se afirma que a Dios le agradan todos los estilos musicales porque Él los inventó, no es solo algo deshonesto e inadmisible en extremo, es también improcedente y peligroso. ¿Qué le diría Calvino a Warren?
Por tanto, [escribe Calvino] usado con moderación, no hay duda que el canto es una institución muy útil y santa. Y, al contrario, todos los cantos y melodías compuestos únicamente para deleitar el oído como son los fabordones, madrigales, canciones, contrapuntos y toda la música a cuatro voces, de que están llenos lo que los papistas llaman oficios divinos, de ningún modo convienen a la majestad de la Iglesia, y no se pueden cantar en ella, sin que disgusten a Dios sobremanera.[25]
Aún más, y a pesar de ser un apasionado de la música, Calvino nunca estuvo de acuerdo con el uso de instrumentos en el culto cristiano, pues entendía que al introducirlos para acompañar nuestras alabanzas a Dios; «no sería más útil que la quema de incienso, el encendido de las lámparas, y la restauración de las otras sombras de la ley».[26] Incluso, aunque no rechazaba el usar himnos, era defensor y partidario de cantar los salmos, es decir, que lo que más le interesaba no era cantar su teología, sino la Biblia.
Calvino [escribe Van Til] hizo una transformación revolucionaria de la cultura por la introducción de los Salmos en el servicio de adoración. Pues el abuso y mal uso de la música en la iglesia Católico Romana era grotesco y no puede entenderse aparte del cuadro total de extravagancia imprudente de la época.[27]
Son muchos los que han tratado de buscar apoyo en Lutero y Calvino para dar crédito a su teología disparatada, y no es algo que nos deba sorprender, ya que, si han sido deshonestos con la Palabra de Dios ¿qué quedará para con sus siervos?
La verdad es que ni siquiera puedo imaginar a Charles Wesley recorriendo los bares y tabernas en busca de melodías licenciosas y vulgares para componer sus himnos. Pero es evidente que a los defensores del cataclismo que hoy podemos ver en el interior de muchas congregaciones les fascina dicho planteamiento. El señor McIntyre, asesor musical y un alto funcionario en la iglesia Metodista, ha expresado también su total desacuerdo ante dicha falsedad; afirmando que «eso es un mito. Simplemente no es cierto».[28] McIntyre, dice que tal mito probablemente surgió a través de generaciones y producto a un mal entendimiento del término 'forma de barra', donde se hace referencia a las líneas repetidas en una canción. Según McIntyre, las personas, en medio de su ignorancia, entendieron que eran canciones de barra, es decir, melodías para compartir en los sitios de beber.[29]
Y a todo lo mencionado, debemos añadir que fue precisamente John Wesley quien expresó: «No tengo objeción a los instrumentos de música en nuestras capillas, con tal que no se escuchen ni se vean».[30]
Así como la naturaleza de la música ha cambiado, [escribe Wesley] también ha cambiado su forma. Nuestros compositores no intentan mover las pasiones, sino una cosa muy diferente: variar y contrastar las notas de mil maneras diferentes. ¿Qué tiene que ver el contrapunto con las pasiones? Se aplica a una facultad de la mente muy diferente. No a nuestro gozo, o esperanza, o temor, sino únicamente al oído, a la imaginación o a un sentimiento interno [...] ¿Necesitamos otro ejemplo? No podemos tener uno de mayor fuerza que las modernas oberturas, voluntarios o conciertos que consisten completamente de sonidos artificiales, sin una sola palabra. ¿Qué tiene que ver cualquiera de las pasiones con esto? ¿Tienen juicio, razón, sentido común? Absolutamente ninguno. Todo esto queda totalmente excluido por sonidos extravagantes y sin sentido [...] Y, para complicar más el asunto, esta jerigonza ha encontrado un lugar hasta en el culto de Dios. Ocupa (¡qué pena! ¡Qué vergüenza!) La mayor parte de nuestra música eclesiástica. Se encuentra hasta en nuestros mejores motetes o antífonas y en las partes más solemnes de nuestro culto público. Que diga cualquier persona imparcial o sin prejuicio, si puede haber una mayor burla a Dios.[31]
Lo creamos o no, una terrible enfermedad azota a la iglesia y cada día conquista más terreno. Los maestros y predicadores más populares son aquellos que dan a sus seguidores justo lo que ellos quieren oír, «pues [dice Calvino] no hay nada que más apetezca la natural inclinación del hombre que ser regalado con halagos y dulces palabras. Y por eso, donde quiera que se oye ensalzar, se siente propenso a creerlo y lo oye de muy buena gana».[32] No hay duda, la afección se ha convertido en pandemia, y a cada paso que da, va dejando una espesa y desconcertante estela de muerte en medio de satisfechas generaciones de mimados y engañados creyentes que sentados a diario ante la mesa de los demonios, alaban y se alimentan emocionados creyendo que es la de Dios.
NOTAS
[1]Diccionario de Uso del Español de América y de España. (2002). Primera edición. Barcelona: Spes Editorial, S.l. Pág. 1296.
[2]Warren, R. (2003). Una Vida Con Propósito. Estados Unidos de América: Vida. Págs. 67-68.
[3]Sansano, R. (1991). El Grito del Averno. Barcelona España: Clie. Pág. 65.
[4]Mather, G. A. & Nichols, L. A. (1993). Diccionario de Creencias, Religiones, sectas y ocultismo. impreso en Colombia. Clie. Pág. 398.
[5] Ibid.
[6]Ver Online Etymology Dictionary. Douglas Harper. (2001). Recuperado el 2 de febrero del 2015 en: https://www.etymonline.com/index.php?allowed_in_frame=0&search=reggae&searchmode=none
[7]En una entrevista hecha a Marcos Witt y publicada en Noticia Cristiana, cuando le preguntan: «¿Por qué cantarle a Dios resulta siempre tan meloso?» Responde: «No, para nada. Tendrías que conocer la música que yo hago para ver lo divertido que puede ser. Es una música muy contemporánea, con rock, con salsa y hasta merengue». Luego, al preguntarle si tenía reggaetón, expresó: «Claro. Es que Dios inventó todos los ritmos, incluso el reggaetón. A Daddy Yankee no le va a gustar mucho lo que dice... [Responde quien le entrevista] Daddy Yankee estará equivocado [dijo Witt]. Dios los inventó». Noticia Cristiana.com. (21 de agosto de 2006). Marcos Witt: 'Dios fue quien inventó el reggaetón.' En Línea: https://www.noticiacristiana.com/musica-cristiana/2006/08/marcos-witt-dios-fue-quien-invento-el-reggaeton.html
[8]Penagos R, Y. (2012). Lenguajes del poder. La música reggaetón y su influencia en el estilo de vida de los estudiantes. Universidad de Manizales. Plumilla Educativa. Pág. 303.
[9]Publicado por Antonio G San Martín. (20 de octubre de 2014). El jazz: sexo, música y... béisbol. En Línea: https://rhythmbasket.blogspot.com.es/2014/10/el-jazz-sexo-musica-y-beisbol.html.
Ver También a Robert G. Omelly. (1998). The Jazz Cadence of American Culture. New York. Columbia University Press. Pág. 21.
Online Etymology Dictionary. (2001). Jazz. En línea: https://www.etymonline.com/index.php?allowed_in_frame=0&search=Jazz&searchmode=none.
[10]Publicado por Antonio G San Martín. (20 de octubre de 2014). El jazz: sexo, música y... béisbol. En Línea: https://rhythmbasket.blogspot.com.es/2014/10/el-jazz-sexo-musica-y-beisbol.html.
[11]Austerlitz, P. (1997). Merengue: Música e identidad Dominicana. (María Luisa S. Trad). Impreso en Santo Domingo, República Dominicana. Ediciones de la Secretaría de Estado de Cultura. Editora Búho. Pág. 40.
[12]Ibid. Pág. 148.
[13]Michelen, S. (2007) La música en la Adoración. Mensaje de audio. Tercera parte. En línea: https://www.sermonaudio.com/sermoninfo.asp?SID=350791928.
[14]Ebertshäuser, R. (s. f.). La "alabanza" carismática y la adoración bíblica en Espíritu y en verdad. Edicions Cristianes Bíbliques. En linea:
https://bitflow.dyndns.org/spanish/RudolfEbertshaeuser/Spanish-La_Alabanza_Carismatica_Y_La_Adoracion_Biblica_En_Espiritu_Y_En_Verdad.pdf.
[15]Warren, R. (1995). Una Iglesia con Propósito. Estados Unidos de América: Vida. Págs. 288- 290.
[16]Ibid. Págs. 293-294.
[17]Los libros de Warren están plagados de errores. Desde el interior de sus páginas se desprende ecumenismo y humanismo religioso. Hace uso de paráfrasis falsas de la Biblia, y entre muchos otros, enseñan que hay una multitud de caminos para llegar a una relación con el Señor.
[18]Warren, R. (1995). Una Iglesia con Propósito. Estados Unidos de América: Vida. Págs. 290 - 291.
[19]Blume, F. (1974). Protestant Church Music. Neu York. NY: W.W. Norton & Co. Pág. 65. Citado en Fisher, T. (2004,1992). La Batalla por la Música Cristiana. Segunda edición. Grenville: Sacred Music Sevices. Pág. 143.
[20]Datos recopilados de varias fuentes, citado en Robert Harrell. (1980). Martin Luter, His Music, His Messages Greenville, SC: Majesty Music. Pág. 18. Citado en Fisher, T. (2004,1992). La Batalla por la Música Cristiana. Segunda edición. Grenville: Sacred Music Sevices. Pág. 142.
[21]Mark Nabholz cita a Paul Nettl, en: Lutero y la Música, 48. Nabholz, M. (Septiembre / Octubre de 2003). Dejen Descansar a Lutero. Traducción de Donald Herrera Terán, para Reforma Siglo 21. Modern Reformation. Visitar: www.modernreformation.org. También disponible en formato pdf. en:
https://www.iprcr.com/_assets/_documentos/rs21/oct2008_vol10_no2/lutero.pdf.
[22]Blume, F. (1974). Protestan Church Music. New York, NY: W.W. Norton & Co). Pág. 29. Citado de Fisher, T. (2004,1992). La Batalla por la Música Cristiana. Segunda edición. Grneville: Sacred Music Sevices. Pág. 143.
[23]Luther, M. Prefacio a Wittenburg Gesangbuch. Citado en Blanchard, J., Anderson, P., & Cleave, D. (1991). El Rock Invade la Iglesia. (D. Cánovas, Trad.). Barcelona, España: Clie., & Ed., Ebenezer. Pág. 46.
[24]Citado por Peter Masters en: Tres principios infringidos III: ¿Adoración Sagrada o Profana? En línea: https://adoracionbiblica.files.wordpress.com/2013/10/cap04.pdf.
Es citado También en Blume, F. (1974). Protestan Church Music. New York, NY: W.W. Norton & Co). Pág. 29. Citado en Fisher, T. (2004,1992). La Batalla por la Música Cristiana. Segunda edición. Grenville: Sacred Music Sevices. Pág. 142.
[25]Calvino, J. (1999). Institución a la Religión Cristiana. Libro III. España: Felire. Pág. 702.
[26]Calvino, J. (1509-1564). Comentary on Psalms. Grand Rapids, MI: Christian Classics Ethereal Library. Vol. I. Pág. 512.
[27]Reider, H. (s. f.). El Concepto Calvinista de la Cultura. (D. Herrera Terán, Trad.). PDF. Pág. 137.
[28]Witham, L. (miércoles 21 de agosto de 2002). No Conversion for Tavern Tunes. Washington Times. En línea: https://www.washingtontimes.com/news/2002/aug/21/20020821-041030-4581r/
[29]Ibid.
[30]Comentario de Adam Clarke en Amós 6:5. Citado en Jenkins, F. (s. f.). La iglesia Primitiva. PDF. Pág. 52.
[31]Wesley, J. (s. f.) Obras de Wesley: Pensamientos sobre el poder de la música. (Inverness, 9 de Junio de 1779). USA. Edición auspiciada por Wesley Heritage Foundation, Inc. Editor general, Justo L. González. Tomo IX. Págs. PDF 238-239.
[32]Calvino, J. (1999). Institución a la Religión Cristiana. Libro II. España: Felire. Pág. 162.
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©Wilfredo Morales Acosta