EL CRISTIANO Y LA MÚSICA "SECULAR"

17.11.2014

©Wilfredo Morales Acosta

17/11/ 2014

Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica (1 Corintios 10:23)

Es posible que, como creyente, y aun más si eres amante de la música, te hallas preguntado. ¿Puede un cristiano escuchar música «secular»? Este es un interrogante que por lo general, todos aquellos que amamos a Dios y gustamos de la música nos hemos planteado. De hecho, es una situación que ha provocado numerosas discusiones en el ámbito eclesiástico debido a que para unos no tiene importancia, mientras que para otros es algo realmente serio.

Lo primero que deberíamos tener en cuenta es que la música «cristiana» y la música «secular» no existen como tal. Las hemos clasificado de esta forma para de alguna manera diferenciarlas pero lo correcto sería, en todo caso, referirnos a ella como: música hecha por cristianos, o música hecha por inconversos. La música es una expresión natural del hombre y puede reflejar principios y valores bíblicos o no. Al decir que es la letra la que la hace cristiana, la colocamos en un estado de neutralidad y amoralidad que no posee, e impulsamos el uso, por impropio que sea, de cualquier género y estilo musical para alabar a Dios. Incluso, puede traer confusión, llevarnos a malos entendidos e introducirnos a enseñanzas erróneas. Piense en el hecho de que porque una música tenga letra bíblica no precisamente la hace santa, aceptable, audible o agradable al Señor. Créame, hay música hecha por inconversos muy buena, y hay música hecha por cristianos que provoca horror, pues aparte de usar géneros inadecuados para tal fin, comprobamos que su comunicado es un mensaje enfermo al estar contaminado con falsas doctrinas.

«La música [escribe Blanchard] no es 'buena' porque sea ejecutada en un contexto religioso, como tampoco es 'mala' [...] porque sea ejecutada en un contexto 'secular'. Todas estas divisiones tienden a oscurecer la verdad. La música debe ser juzgada no por su contexto sino por su contenido»,[i] y no solo la letra, como muchos creen y opinan; la música ha de ser considerada en su totalidad. Dicho de otra manera, la música hecha por un no creyente, no tiene por necesidad que ser inmoral, tal y como ha señalado Van Til: «Calvino no condenó la música secular, es decir, aquella que tenía la creación de Dios como su objeto, fuera de lugar. Pero lo secular puede no ser impío; debe servir para glorificar a Dios indirectamente a través de nuestro gozo y elevación».[ii]

Mi razonamiento al firmar que existe buena música hecha por inconversos y mala música hecha por cristianos es basado, sobre todo, en la música como una expresión natural del ser humano, como el arte limpio y maravilloso que brota de nuestro ser, como uno de los tantos regalos que en su bondad, el Eterno ha dado al hombre creado.

El hombre y su naturaleza pecaminosa

El hombre es un ser pecador y posee una naturaleza pecaminosa desde el momento en que se reveló contra su Creador. Dios, en su infinita misericordia envió a su hijo Jesús en propiciación por nuestros pecados, haciendo posible «que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna» (Juan 3:16). Pero aun después de ser cristianos, seguimos pecando. Ya no somos pecadores que se hacen pasar por santos, ahora somos santos que a veces pecan, con la esperanza de una redención completada en el momento que decida nuestro Señor. El apóstol Santiago, consciente de la inclinación que tiene el hombre a pecar y preocupado en enseñar a los creyentes la importancia de tener dominio sobre la lengua, escribe: «Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas [...] Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios. De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así» (Santiago 3:5; 9).

Entendemos entonces, que los hombres podemos hacer cosas buenas y aceptables; cosas malas y detestables. ¿Qué puede haber de malo en un par de zapatos hechos por inconversos? Si se les pone un diseño, un letrero o una insignia satánica, es obvio que ya no es bueno y como creyentes no deberíamos usarlo. Pero si lo único que vemos es simplemente un par de zapatos, ¿tendría que preguntar primero si fue hecho por cristianos? Por supuesto que no. Eso sería ridículo y nuestra actitud ante cualquiera de estas situaciones debe ser parecida. Digo parecida, ya que la música no puede ser comparada a un par de zapatos con tanta ligereza.

La actitud del cristiano

Los cristianos tenemos que estar preparados para usar nuestro discernimiento espiritual de tal manera que sea un reflejo, y siempre debemos tener presente que la Palabra de Dios está por encima de nuestros gustos personales. Es posible que en algún momento de tu vida como creyente te hayas preguntado ¿qué puede haber de malo en la música de Beethoven o de Mozart? No puedo dar una respuesta firme y contundente a este interrogante, más bien, lo único que me atrevería a hacer es dar mi criterio personal. Reconozco que mucho en la vida llevada por ellos no es digno de imitar, sin embargo, pienso que su música no es más que una expresión natural del hombre, llevada a los niveles de la mayor excelencia y belleza a los que el ser humano ha podido llegar, aunque no toda la música instrumental cumple con dichas características.

En cuanto a la música con letras y hecha por no creyentes, existen algunas que en nada contrarían lo amable y lo honesto. No es que sean aptas para compartir en la reunión de los santos, más bien me refiero a que toda su composición es aceptable y nada más. ¿Le estoy incitando a que escuche música hecha por inconversos? No, simplemente intento explicar de una manera sencilla, como debemos entender ciertas situaciones de la vida diaria.

Comprendo también que es muy difícil encontrar este tipo de canciones, ya que los incrédulos no escriben con el objetivo de dar gloria a Dios. Por lo cual, de un modo u otro, casi siempre traen un mensaje que aunque quizás no sea ofensivo dista mucho del sustento con él que un cristiano se debe alimentar. Tomemos una canción como ejemplo, en este caso, «Si me Dejas Ahora» por José José.

Si me dejas ahora

no seré capaz de sobrevivir.
Me encadenaste a tu falda,

y enseñaste a mi alma a depender de ti.

Ataste mi piel a tu piel,
y tu boca a mi boca [...]
y ahora me dejas como si fuera yo,
cualquier cosa

[...]

Estoy preso entre las redes de un poema.
Eres tú, quien me puede ayudar o me condena.[iii]

Este canto ha sido inspirado y va dirigido a una mujer que le ha abandonado sin darle importancia alguna, depende de ella y es a la vez la que le ayuda o le condena. Esto es algo que sucede muy a menudo en la vida de los hombres, pero ¿qué gana un creyente escuchando cada día este tipo de canciones? ¿Por qué llenar nuestra mente con palabras que ignoran a Dios y no le glorifican? No piense que estoy intentando convencerle para que jamás escuche música hecha por inconversos, aunque no me equivocaría si le digo que al hacerlo seguramente saldría ganando. Véalo desde el punto de vista de un cristiano que ha descubierto el desgano y la apatía por las cosas que no le edifican ni alimentan espiritualmente, de alguien que está enamorado de la Palabra, siendo su anhelo el vivir para la gloria de Dios.

Los creyentes debemos ser personas sensatas, listas para actuar en conformidad a las Escrituras y no según lo que más nos interesa o llama nuestra atención. Recordemos las palabras del apóstol Pablo cuando escribió: «Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica» (1 Corintios 10:23). D. l. Moody, dijo una vez:

Si usted sale a su jardín y arroja al suelo un poco de aserrín, los pájaros no se fijarán en él; pero si en cambio arroja migas de pan, en seguida verá como lo pajaritos bajan de los árboles para arrebatarlas.

El que es realmente hijo de Dios conoce bien la diferencia, por así decirlo, entre el aserrín y el pan. Muchos que se dicen cristianos están comiendo del aserrín del mundo, en lugar de ser alimentados por el pan que desciende del cielo. Lo único que puede satisfacer los anhelos del alma es la Palabra del Dios viviente.[iv]

NOTAS

[i]Blanchard, J., Anderson, P., & Cleave, D. (1991). El Rock Invade la Iglesia. (D. Cánovas, Trad.). Barcelona, España: Clie., & Ed., Ebenecer, Pág. 28.

[ii]Reider, H. (s. f.). El Concepto Calvinista de la Cultura. (D. Herrera Terán, Trad.). PDF. Pág.136.

[iii]José, J. (1979). Si me Dejas Ahora. (C. Blanes. Escritor).

[iv]Moody. D. L. (s. f.). Doscientas Anécdotas e Ilustraciones: Aserrín o Pan. # 19. Córdoba, Argentina: La voz y el amanecer.

©Wilfredo Morales Acosta