DANZA E INSTRUMENTOS

10.05.2016

Wilfredo Morales Acosta

10/05/2016

Extraído del libro: La Música También Llora

Dame, hijo mío, tu corazón, y miren tus ojos por mi camino. (Proverbios 23: 26)

Uno de los textos bíblicos más usados y en el que con frecuencia se apoyan todos aquellos que abogan por alabar a Dios con cualquier género musical o expresión corporal es el Salmo 150. Muchos creyentes en la actualidad, interpretan que si el salmista exhorta a alabar a Dios con danza y todo tipo de instrumentos, podemos alabarle con cualquier expresión corporal por extraña que parezca y todo género o estilo musical. ¿No se estará yendo demasiado lejos al interpretar de manera tan ligera y estrafalaria dicha porción bíblica?

La danza

¿Ha escuchado en alguna ocasión la frase: «Danzar en el espíritu»? Es posible que si, después de todo, al día de hoy es muy común oírla; pues muchos afirman que el creyente al ser tomado por el Espíritu Santo es impulsado a danzar. ¿De dónde se ha sacado que el Espíritu Santo toma al creyente y le impulsa a danzar? La danza es un tema bíblico y fue practicada por los israelitas, pero, ¿cuán bíblico es danzar en las reuniones de los santos?

La danza que el pueblo de Israel practicaba era una expresión espontanea de alegría y regocijo muy común en las festividades religiosas judías. Cuando el salmista exhorta a alabar a Dios con danza e instrumentos, como sucede en los Salmos 149 y 150. Si prestamos atención, comprenderemos que, aparte de ser una exhortación a que el universo entero le alabe y a hacerlo todo para su gloria; es también una invitación a la nación de Israel para participar en las celebraciones sociales y cívicas de un pueblo que había sido escogido por Dios. Sin embargo, «un acto directo de adoración era algo muy diferente a una celebración cívica de aniversario»,[i] pues es evidente que «el salmista no está hablando aquí de la adoración en el templo».[ii] Esto es algo que suele pasarse por alto y es ampliamente desconocido entre los creyentes; y el hecho es que la danza, como bien queda demostrado en las Escrituras, no era permitida en el tabernáculo ni en la sinagoga. Cada pasaje que hace mención de ella siempre la sitúa fuera de estos lugares, ya que era algo colateral al culto demandado por Dios y ofrecido por los israelitas.

Entiéndase también que el rey David no danzaba en el espíritu. Lo que la Biblia nos dice es que lo hacia delante de Jehová; pues, para los judíos, el arca del pacto representaba la presencia de Dios en medio de ellos y en estos momentos ella era transportada hacia Jerusalén.

Es importante añadir, que los cristianos de la iglesia primitiva nunca usaron la danza para adorar a su Dios. Nunca enseñaron que ella fuera parte de la adoración ni la incluyeron en la lista de lo producido en el creyente por la llenura del Espíritu Santo. Aún mas, no hay en el Antiguo y Nuevo Testamento ni siquiera un pequeño atisbo del uso y montaje de coreografías y mímicas por parte de estos, y mucho menos la mención de escuelas de danza.

Los instrumentos en la Biblia

El salmista exhorta a alabar a Dios con todo tipo de instrumentos, de viento, cuerda y percusión, pero no con todo género musical. Los instrumentos, aunque algunos pueden ser inapropiados, no son malos, pero muchos géneros y estilos musicales si lo son.

Desde hace algunos años a la fecha, se ha creído que los israelitas tenían la libertad, el derecho, la aprobación y el mandato de Dios para usar cualquier instrumento musical en el culto cristiano. Sin embargo, al hacer un estudio detallado sobre el uso de los instrumentos musicales en la Biblia, veremos que en el Antiguo Testamento, por ejemplo, fueron usados rígidamente y organizados de manera muy cuidadosa.

Los instrumentos utilizados en la adoración que se llevaba a cabo dentro del templo fueron solo cuatro: Trompetas (Números 10:1-2), Salterio, Arpa y Címbalos (1 Crónicas 15:16; 16:5,6). Fueron ordenados y escogidos por Dios (Números 10:1-2; 2 Crónicas 29: 25). Fueron inventados por David con el propósito explicito de alabar a Dios (2 Crónicas 7:6). No se les permitía protagonismo alguno para que no opacaran la voz en los cánticos (1 Crónicas 25:1-6). Y la música producida por ellos se diferenciaba enormemente de la practicada fuera del templo ya que no era usada para el entretenimiento y la diversión (1Crónicas 23:30-31).

Dios nunca dejó nada al azar, desde la construcción y distribución de los utensilios en el tabernáculo (Éxodo 25:9); hasta el diseño de las ropas que usarían sus sacerdotes (Éxodo 28:4) estarían establecidas y dirigidas por Él. Lo que nos enseña que a la nación de Israel no le era permitido hacer lo que mejor le parecía, y el uso de los instrumentos musicales no sería la excepción.

En cuanto a los otros instrumentos mencionados en los Salmos como el pandero y la flauta... Es imprescindible aclarar que sucedía igual que a la danza, pues estos no eran permitidos por Dios para la adoración celebrada en el tabernáculo, y vemos que, valga la redundancia, solo eran usados en las festividades de un pueblo religioso y teocrático; una nación a la que como estado, se le permitía hacer ciertas cosas, pero estas, no debían ser introducidas en la adoración directa y formal.

La Biblia no se contradice, es imposible que Dios establezca ciertos mandamientos en un lugar y más adelante valla en contra de ellos. Las exhortaciones dadas por el salmista para alabarle con pandero y danza u otro instrumento de los prohibidos en el tabernáculo, no rompen las reglas, son, mas bien, un llamado a la nación de Israel para participar en las festividades cívicas, por lo cual, la enseñanza del Antiguo Testamento acerca del uso de los instrumentos musicales en el templo no es abolida ni pasada por alto. No existe un siervo de Dios en toda la narración bíblica al cual veamos violando estos mandamientos al introducir dentro del tabernáculo danzas, flautas y panderos.

La música que se practicaba en aquellos días no era marcada por un ritmo como erróneamente se ha creído. Por ejemplo, las trompetas eran tocadas por los sacerdotes delante del arca del pacto (1 Crónicas 16:6), y durante la ofrenda quemada que era presentada en el altar mientras el coro cantaba y la multitud postrada adoraba (2 Crónicas 29: 27-28). Los címbalos consistían en dos discos de metal y eran utilizados para anunciar el principio de un cántico o una de sus estrofas. (1 Crónicas 15:19; 16:5; 16:42). Y los instrumentos de cuerda (arpa y salterio), eran usados para acompañar el canto pues no opacaban la voz (2 Crónicas 5: 13; 1 Crónicas 25: 1-7).

¿Por qué no se permitía el pandero? ¿Es que acaso el bello y sublime sonido de la flauta era pecaminoso? Como bien señalara Peter Masters: «El Señor estaba enseñando que eran necesarias algunas restricciones, para que la gente no se distrajera de una adoración sincera e inteligente a causa de demasiadas cosas bellas e interesantes».[iii] Las restricciones no fueron dadas por capricho u ocurrencia, vinieron con fieles objetivos y por inspiración divina.

Los Salmos 149 y 150 han sido usados por muchos para justificar la entrada a todo tipo de bailes, géneros, estilos e instrumentos musicales en la adoración directa y formal. Tal actitud es absurda, ya que dicha interpretación entra en contradicción con otras porciones de las Escrituras. En el Salmo 149 el salmista nos habla de aspectos en la vida privada y como nación; es un salmos en el que se llama a los creyentes glorifiquen a Dios en cada aspecto de la vida. En el versículo cinco se exhorta a los santos cantar sobre sus camas, y en el seis con espada de dos filos en sus manos. Si los israelitas hubiesen entendido que se les pedía usaran panderos y danzas en la adoración directa y formal, ¿por qué no llevar también las camas y las espadas? [iv]

En el Salmo 150 el salmista anima a alabar a Dios con danza e instrumentos. El versículo uno nos habla del universo como su templo. Y sea cual sea la interpretación que le demos, es decir, templo terrenal o universal, lo que queda claro es que no viola lo establecido. Según Masters: «El versículo sexto del salmo nos recuerda que los instrumentos por sí mismos no pueden ser canales de adoración. Solo aquello que respira puede adorar».[v] Por lo tanto, «el salmo solo tiene sentido cuando lo entendemos como un salmo ricamente figurativo que usa los tonos característicos de varios instrumentos para describir las diferentes emociones de la adoración verdadera».[vi] Más adelante, señala:

El salmo, en otras palabras, hace una lista de los instrumentos no para que sean usados literalmente, sino más bien representando la variedad de temas o actitudes que constituyen una adoración sincera. A través de esta interpretación los instrumentos son figurativos y representativos. Esta es probablemente la interpretación más común de este salmo por los comentaristas de la tradición de la reforma. La bocina (versículo 3) representa la nota de victoria. Nuestra alabanza debería ser sonora, triunfal y exaltada. El salterio y el arpa dan tonos suaves de gratitud y amor. El pandero y la danza (versículo 4) hablan de la energía efervescente, esfuerzo y entusiasmo de los niños envueltos en su actividad favorita. Por lo tanto, la adoración demanda energía de mente y entusiasmo de alma por parte de los creyentes. Las flautas eran más bien instrumentos de placer y no de adoración. Y es así que se nos recuerda que la alabanza verdadera debe ser el más grande gozo de los creyentes y no tan solo un deber mecanizado. El versículo quinto añade címbalos resonantes, una probable alusión al volumen, fortaleza, y poder de alabanza adecuada; pero indudablemente también es una alusión a cómo la verdadera adoración inspira un temor reverente profundamente humilde.[vii]

En el Nuevo Testamento, tampoco hallaremos referencias al uso de los instrumentos por parte de la iglesia en aquellos días. Algunas razones dadas por teólogos, es que eran usados en los templos de los dioses falsos, en el circo, en los teatros o que pertenecían a la ley ceremonial que ya había sido abolida por Jesús.

El uso de los instrumentos en nuestros días

¿Se pueden usar instrumentos musicales en la reunión de los santos? A menudo nos encontraremos con creyentes divididos en cuanto a ello. Lo cierto es que cada iglesia y creyente que determine usarlos lo hace bajo su propia responsabilidad, pero no porque los apóstoles lo hayan enseñado o practicado. De hecho, y como habíamos señalado antes, algunos creyentes de siglos pasados como Juan Calvino, John Wesley y Charles Spurgeon, estuvieron en contra de usar instrumentos musicales en el culto a Dios.

Al leer algunos escritos bajo la pluma de Calvino respecto al tema, nos percatamos que sentía gran fascinación por la música, pero al mismo tiempo le asustaba al ver cómo era capaz de seducir y someter a los hombres. Calvino opinaba que «en efecto, no queda prohibido el usar instrumentos musicales en privado, pero ellos deben ser retirados fuera de las iglesias».[viii] ¿Qué le llevó a tal conclusión? Él era uno de los que entendía que los instrumentos musicales eran parte de la ley ceremonial que había quedado abolida por el sacrificio de Jesús, por lo tanto, no había apoyo bíblico para usarlos en nuestras reuniones. Tal era la preocupación de Calvino en cuanto al ofrecimiento de una verdadera adoración, que en una ocasión, mientras hablaba del canto congregacional, escribió: «Pero guardémonos mucho de que nuestros oídos estén más atentos a la melodía, que nuestro corazón al sentido espiritual de las palabras».[ix] Nótese que Calvino no hace referencia aquí a la melodía emitida por instrumentos musicales como erróneamente se pueda pensar, su alusión, es a la producida por nuestras voces. Lo que nos recuerda una vez más la tremenda importancia y lo delicado que es el tema de la adoración cristiana.

Las prohibiciones de algunos instrumentos en el Antiguo Testamento nos revelan que, entre otras cosas, lo buscado era el evitar distracciones. El silencio presente en el Nuevo Testamento en cuanto a su utilización por los primeros cristianos nos dice que la enseñanza había sido aprendida. Incluso, bien podríamos preguntarnos: ¿Será que la música es algo demasiado bello y maravillosos para formara parte del culto a Dios? Aunque usted no lo crea, este es un interrogante que deberíamos hacernos aquellos que aprobamos el uso de instrumentos musicales en la iglesia. Sobre todo, con el objetivo de ser más sensatos a la hora de su utilización, y para no olvidar que lo importante en verdad es el sentido espiritual de las palabras cantadas; no la melodía, la música y su ritmo.

Dios debe ser alabado por sus hijos, pero esta alabanza debe ser santa, racional, en orden y en todo caso en espíritu y en verdad; cuando no es así, cuando de nuestros labios salen palabras que no son sentidas en el corazón; cuando no lo hacemos con el entendimiento y la música nos lleva hasta ella, alejándonos del único que es digno de alabanza y adoración, pasamos a ser tan hipócritas como los irrealitas que vivieron en los tiempos del profeta Amós, y Dios nos ha de repetir una vez más las fuertes pero pertinentes palabras que en aquellos días el pueblo escuchó: «Quita de mi la multitud de tus cantares, pues no escucharé las salmodias de tus instrumentos». (Amós 5:23).

Puede que a estas alturas y después de todo lo presentado algunos se pregunten: ¿Cómo es entonces que se explica el uso de algunos instrumentos dentro del culto cristiano? Si lo que hemos visto hasta ahora nos impulsa a sacarlos fuera de nuestras reuniones. ¿Cómo puede ser que en muchas de las iglesias donde se predica la sana doctrina sigan usándose? El pastor Sugel Michelen, lo explica así: «Nosotros creemos que el uso de instrumentos en la iglesia es parte de las circunstancias que acompañan la adoración, como el edificio, las luces, el sonido, y por lo tanto, que su uso, no constituye una violación del principio regulativo».[x] Los instrumentos musicales no son elementos de la a adoración cristiana como lo es la lectura de la Palabra, las oraciones, los sacramentos, el canto congregacional y la predicación de las Escrituras.[xi] Estos pertenecen, en todo caso, a esa parte de las circunstancias que, como expresara Sugel: «podemos usar, como no podemos usar».[xii] Sometidos, por supuesto, a «la luz de la naturaleza y de la prudencia cristiana obviamente, pero guardándose siempre las reglas generales de la Palabra de Dios».[xiii]

Los instrumentos musicales [Escribe Michelen] no son imprescindibles para la adoración [...] No son necesarios para que los hijos de Dios experimenten las emociones que deben generarse en sus corazones por las verdades que están cantando [...] Dios nos dio una mente para entender sus verdades, Dios nos dio un corazón para sentirlas, y un instrumento muy versátil para cantar nuestras alabanzas; nuestras cuerdas bocales. Esos elementos son suficientes para que podamos dar a Dios una alabanza que sea digna de Él; si realmente somos verdaderos adoradores.[xiv]

La música es del agrado de todo ser humano y los creyentes no escapamos a su encanto; pues Dios nos ha creado así. Sea cual sea la decisión que tomemos en cuanto a usar o no instrumentos musicales en el culto, debemos tener presentes ciertas verdades. Si ha determinado no usarlos, debe saber que su decisión cuenta con un fuerte apoyo bíblico, sin embargo, este hecho no le salva de ofrecer una falsa adoración ni le da permiso para emitir críticas sobre aquellos que han decidido hacerlo. En el caso de ser utilizados, es nuestro deber ser conscientes de que hemos entrado en un sendero peligroso, donde las emociones experimentadas por el gozo de una verdadera comunión con Dios, pueden ser fácilmente confundidas y falsificadas por las que suele producir la música en nuestra alma.

Ha de saberse también que los instrumentos deben ser escogidos de forma tal que sean apropiados para el servicio ofrecido en la iglesia y estar subordinados de tal manera que sea en todo momento el canto el que prevalezca. Poniendo cuidado en que no sean los músicos y la música usurpadores del protagonismo que debe recibir solo Dios y su palabra, y a no ser arrastrados por su belleza y ritmo, al descuido de una falsa alabanza que no es de corazón e irracional. Además, no debemos olvidar que lo más importante en la vida cristiana no es la música. La Biblia nos enseña que si hay algo en lo que debemos ocupar nuestro tiempo es perseverar en la doctrina de los apóstoles, la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y las oraciones (Hechos 2:42).

Dios busca adoradores que le adoren en espíritu y en verdad, pero por ningún lugar de las Escrituras leemos que deben tener buenos instrumentos o bellas voces. Aun más, cuando el verdadero adorador se percata de que su mente se ha ido tras la hermosa melodía, la radiante voz o el sonido de los instrumentos; siendo movido más por el canto y la belleza de la música que por lo cantado, su voz se apaga irrumpiendo entre angustia y clamor, porque no quiere ofrecer a su Dios una falsa alabanza. ¿Qué creyente amante de la música y el canto no se ha visto envuelto en similares luchas?

NOTAS

[i]Michelen, S. (2007) La música en la Adoración. Mensaje de audio.

[ii]Ibíd.

[iii]Masters, P. (s. f). Adoración en crisis. Pág. 53. El archivo pdf se encuentra en línea:

https://www.ibgrpereira.com/wp-content/uploads/Literatura-reformada-en-espanol/Instrumentos_Musicales_en%20la_adoracion.pdf

[iv]Ibíd. 59.

[v]Ibíd. 59.

[vi]Ibíd.

[vii]Ibíd. 60.

[viii]Calvino, J. (1509-1564). Comentary on Psalms. Grand Rapids, MI: Christian Classics Ethereal Library. Vol. III. Pág. 88.

[ix]Calvino, J. (1999). Institución a la Religión Cristiana. Libro III. España: Felire. Pág. 702.

[x]Michelen, S. (2007) La música en la Adoración. Mensaje de audio. Tercera parte. En línea:

https://www.sermonaudio.com/sermoninfo.asp?SID=350791928.

[xi]Michelen, S. (2007) La música en la Adoración. Mensaje de audio. Tercera parte. En línea:

https://www.sermonaudio.com/sermoninfo.asp?SID=350791928.

[xii]Ibíd.

[xiii]Ibíd.

[xiv]Michelen, S. (2007) La música en la Adoración. Mensaje de audio. Tercera parte. En línea:

https://www.sermonaudio.com/sermoninfo.asp?SID=350791928.