LA MÚSICA ¿AMORAL Y NEUTRAL?

05.06.2021

Wilfredo Morales Acosta

06/04/2016

Extraído del libro: La Música También Llora

El pueblo cristiano ha sido tan ferozmente bombardeado con la enseñanza de que lo importante es la letra de una canción y no su música, que un gran número de creyentes en el presente ha terminado creyendo que la música en sí misma, es decir, la música sin letra, es algo amoral y neutral, lo que a su vez ha dado como resultado el uso de cualquier género y estilo musical producido por el mundo en nuestros canticos congregacionales.

La idea de que la música es algo amoral y neutral es realmente novedosa, de hecho, cualquier persona que dedique un poco de su tiempo en investigar sobre el caso, quedará abrumado ante la gran cantidad de evidencias que le demostraran como la música, ― la música sin letra―, puede afectar nuestra conducta. Como bien expresara Tim Fisher, fundador de Sacred Music Services y ex profesor de música:

Es casi imposible exagerar lo absurdo de la afirmación, que la música es neutral, amoral, o vacía de comunicación por si misma [...] Los que han mirado mas allá de las publicaciones de la música actual, saben que nadie ha tenido jamás la posición de que la música es neutral a excepción de los cristianos en los últimos 30 años, que están tratando de justificar el rock en la iglesia.[i]

Donald Jay Grout y Claude V. Palisca, en su libro: Historia de la Música Occidental, escribieron:

Mediante la doctrina de la imitación, Aristóteles explicó la forma en que la música podía actuar sobre la conducta. Afirmaba que ésta imita (esto es, representa) las pasiones o estados del alma: la dulzura, la ira, el valor, la templanza, y sus opuestos; en consecuencia, cuando alguien escucha una música que imita a cierta pasión, resulta imbuido por esa misma pasión; además, si durante mucho tiempo escucha habitualmente la clase de música que despierta pasiones innobles, todo su carácter se estructurará según una forma innoble. En suma, si alguien escucha la clase censurable de música, se convertirá en la clase censurable de persona; pero, a la inversa, si escucha la clase idónea de música, tenderá a convertirse en la clase idónea de persona [...] Para Platón el dicho: 'Dejadme hacer las canciones de una nación y no me preocuparé por quien haga sus leyes', expresaba una máxima política; más aun, era un juego de palabras, puesto que la palabra nomos, cuyo significado general era el de 'costumbre' o 'ley', se empleaba asimismo para designar los esquemas melódicos de una pieza [...] Estos filósofos eran conscientes de que la música ejercía un gran poder sobre la mente y los sentimientos. En la historia ha habido muchos ejemplos de prohibición de ciertos tipos de música en beneficio del bienestar público. La música estuvo reglamentada en las primeras constituciones, tanto de Atenas, como de Esparta. En siglos posteriores los escritos de los padres de la iglesia contienen muchas advertencias contra tipos específicos de música. Este tema tampoco ha muerto en el siglo XX. Las dictaduras, tanto de derecha como de izquierda, han intentado controlar la actividad musical de sus pueblos; los educadores todavía se preocupan por los tipos de música, de películas y de literaturas a las que se ven habitualmente expuestos los jóvenes.[ii]

En una entrevista realizada a Stefan Koelsch, doctor en neurociencia, músico, neurobiólogo y profesor de psicología de la música en la Freie, Universidad de Berlín; cuando le preguntan acerca de los efectos que puede producir la música sobre las personas, es decir, hasta qué punto nos puede «perturbar, puede deprimirnos o violentarnos», responde: «Si la obligasen a escuchar música que no le gusta, sacarían lo peor de usted; si escuchara música que la entristece, acabaría con una depresión, y sabemos que la música puede ser utilizada como tortura y para manipular a las personas».[iii]

Quien le entrevista, continua haciéndole más preguntas. Una de ellas busca conocer si «la percepción de la música es universal», a la que el doctor, responde:

Uno de mis alumnos de doctorado se fue a África a estudiar a individuos que no habían escuchado nunca la música occidental. Les puso música alegre, música triste, divertida y música que daba miedo para ver si podían reconocer la emoción. Sus expresiones eran claramente reconocibles, lo que demuestra que la música occidental es universal.[iv]

Koelsch ha sido conocido «por haber descrito la superposición del lenguaje y la música»,[v] según el Doctor, «ambos comparten la misma red, pero en los extremos se especializan. Es como una cooperación entre música y lenguaje. El cerebro no distingue entre música y lenguaje, especialmente en los cerebros infantiles».[vi] En cuanto al poder de la música, expresó: «Es increíblemente poderosa y debemos tener cuidado de que no sea utilizada de mala manera».[vii]

Las respuestas dadas por el Doctor Koelsch ratifican las numerosas afirmaciones emitidas por tantas y tantas personas que a lo largo de los años; aun sin contar con el desarrollo científico que hoy tenemos, han sostenido el poder poseído por la música. Henry Van Til, en su libro El Concepto Calvinista de la Cultura, escribió: «Por lo tanto, la música que degrada, que corrompe los buenos modales, que adula a la carne, debe ser rechazada [...] Cuando palabras malvadas son acompañadas con música, ellas penetran más profundamente y el veneno entra como el vino a través de un embudo en la tinaja».[viii]

¿Qué sucede en algunas de las clínicas estomatológicas, en las médicas y en los bufetes de abogados? ¿Por qué muchos de estos profesionales proyectan cierta clase de música en las salas de espera de sus establecimientos? Es obvio, el objetivo buscado por ellos es el de procurar que sus clientes estén relajados y tranquilos. En lo personal he sido testigo de estas situaciones y es evidente que la música empleada en estos lugares está escogida con anticipación y cuidado, de hecho, podríamos preguntarnos: ¿Por qué no usan música estridente como la de Metálica? ¿Qué sucedería si se proyectara la música de «Halloween» dirigida por John Carpenter, o la del filme «El Silencio de la Muerte» de Saw James Wan y Leigh Whannell.

Otro ejemplo que pudiéramos mencionar es el de la llamada música espacial, es decir, la música que escuchamos en las películas del espacio. Según las investigaciones, provoca «un estado de ansiedad [...] Produce una disminución de las defensas, y por eso el hombre se vuelve más receptivo, más penetrable, y es más fácil de acceder a su mundo interior».[ix]

Tim Fisher, a quien ya hemos mencionado antes, dice que en una ocasión, escuchó a un hombre defender la neutralidad de la música, el cual, al acercarse a un piano y tocar un acorde de Do mayor preguntaba a su audiencia si se trataba de una acorde de Do bueno o malo, y que luego de algunas risas dispersas, el personaje concluía diciendo que no existía «'tal cosa como música buena o mala'». La respuesta que Fisher ofrece ante tal absurdo, es que dicho individuo cometió el error de confundir un acorde con la música. En otras palabras, el acorde de Do mayor como cualquier otro no es la música, es, en todo caso, un componente básico de esta.

Lo mismo sucede con el lenguaje que usamos para comunicarnos. Las letras A, R o H son componentes básicos de algunos idiomas como el español o el inglés, y aunque ellas no son ni malas ni buenas, lo que podemos construir mediante su uso si puede serlo. El ejemplo dado por Tim para demostrar lo dicho toma la letra e. Es notable que no se trata de una e buena ni mala como señala dicho escritor, sin embargo, al seguir su misma línea de razonamiento, podemos usarla para decir: «Demos gloria a Dios» o «Despreciemos al Señor». Por lo tanto, es posible concluir que al tomar letras neutras de un idioma se puede comunicar algo que definitivamente no lo es y las intenciones son transmitidas con claridad.[x] El ejemplo dado por Fisher es sencillo y su enseñanza es muy clara, ya que, como es evidente, las letras neutras para un escritor son usadas de la misma manera que las notas musicales para un compositor musical.

El Dr. Howard Hanson, Director de la Eastman Schol of Music en la Universidad de Rochester, ha dicho: «La música está compuesta de muchos ingredientes y, de acuerdo con las proporciones de los componentes, puede ser calmante o vigorizarte, ennobleciente o vulgarizante, filosófica u orgiástica. Tiene poder para el mal al igual que para el bien».[xi] Y el Dr. Alfred B. Smith, compositor, director de cantos y editor de Himnos de Vida, expresó:

Algunos nos quieren hacer creer que toda la música es amoral y que son solo las palabras las que hacen que sea cristiana o no. ¡No estoy de acuerdo con esta filosofía! [...] La música en sí misma es un lenguaje, que puede capturar y controlar los pensamientos y acciones de un individuo, grupo o nación. Es la fuente principal para el bien o para el mal. Tal y como uno debe discernir en la elección de amigos y su comida para una vida feliz y saludable... debemos tener cuidado y en oración con la música que elegimos para escuchar y cantar.[xii]

La música no es neutral ni es amoral. La música es un lenguaje y tiene el potencial para evocar, estimular y desarrollar diversas emociones en los seres humanos. Con ella podemos expresar nuestros sentimientos, y aquellos que la escuchan no necesitarán palabras para entender lo que se ha querido comunicar. Esto es algo que puede hacerse también con otras manifestaciones artísticas como la pintura o la pantomima, y lo expresado a través de ellas, puede llegar a ser del agrado de Dios, o no.

El apóstol Pablo también era conocedor del poder comunicador poseído por la música. En 1 Corintios 14, lo encontramos hablando acerca de las lenguas para enseñar a los corintios la gran necesidad de ser entendidos al hablar, pero ¿cuál es la ilustración que toma como ejemplo? En los versículos 7 y 8 leemos: «Ciertamente las cosas inanimadas que producen sonidos, como la flauta o la cítara, si no dieren distinción de voces, ¿cómo se sabrá lo que se toca con la flauta o con la cítara? Y si la trompeta diere sonido incierto, ¿quién se preparará para la batalla?» En 1 Samuel capitulo 16:14; 23 leemos: «El espíritu de Jehová se apartó de Saúl, y le atormentaba un espíritu malo de parte de Jehová. Y cuando el espíritu malo de parte de Dios venía sobre Saúl, David tomaba el arpa [...] y Saúl tenía alivio y estaba mejor, y el espíritu malo se apartaba de él».

No sabemos con exactitud qué tipo de música tocaba David para Saúl, pero sea cual sea nuestro punto de vista, de lo que sí podemos estar seguros es que era del agrado de Dios. Tampoco se trata de decir que David hipnotizaba a Saúl con su música, ya que ello sería una interpretación ridícula. Aquí hay varios factores a tener en cuenta y el más importante de todos, es que Dios estaba con el joven, y a ello, debemos añadir la capacidad relajante de la música agradable y pasiva que proviene de las cuerdas de un arpa. Cuando digo interpretación ridícula, lo hago en referencia a que usted y yo no estamos indefensos ante los sonidos musicales y estos, por lo tanto, no pueden pasar por encima de nuestra voluntad y juicio. Las circunstancias que nos rodean, la posición tomada y todo cuanto sucede tanto dentro como fuera de la mente; suelen ser elementos a tener en cuenta a la hora de juzgar la conducta de una persona que ha sido influenciada por la música. Un ejemplo bíblico lo encontramos precisamente en el relato de Saúl y David, pues en una ocasión, mientras David tocaba el arpa, Saúl reaccionó de una manera inesperada, pues intento matarle una vez más (1 Samuel 18: 10-11). John Wesley, mientras hacia una comparación referente al poder de la música antigua y la de su época, escribió:

Ningún otro caso ha llegado hasta nosotros con un testimonio más irrefutable. No tenemos mayor razón, entonces, para dudar más del poder de la música de Timoteo que de las armas de Alejandro. Ni tenemos tampoco más razón para negar la toma y el incendio de Persépolis que para negar lo que se nos dice, que esto se debió al inesperado furor producido en Alejandro por el mencionado músico. Y los varios efectos que fueron sucesivamente forjados en su mente [...] son ejemplos sorprendentes del poder de una simple arpa para transportar, por así decirlo, la mente fuera de uno mismo.[xi

NOTAS:

[i]Fisher, T. (2004,1992). La Batalla por la Música Cristiana. Segunda edición. Greenville: Sacred Music Sevices. Págs. 50; 53.

[ii]Jay, D., & Palisca, C. (1995). Historia de la Música Occidental. Versión española de León Mamés de acuerdo con la quinta edición. España: Alianza Editorial. Págs. 23-25.

[iii]Sanchís, I. (17 de agosto de 2011). La Música Puede Variar Profundamente el Cerebro. Entrevista a Stefan Koelsch. La Vanguardia. com. visto el 12 de noviembre de 2013 en:

https://www.lavanguardia.com/lacontra/20110817/54201280756/la-musica-puede-variar-profundamente-el-cerebro.html

[iv]Ibid.

[v]Ibid.

[vi]Ibid.

[vii]Ibid.

[viii]Reider, H. (s. f.). El Concepto Calvinista de la Cultura. (D. Herrera Terán, Trad.). PDF. Pág.136-137. (Calvino, Pensamientos sobre el Salterio, citado por S. Anema, WatBraht OnsWencelius, L'esthetique de Calvin, Págs. 51- 52).

[ix]Colección Perlas de Sabiduría. (2010). Los Efectos de la Música en el Hombre. Madrid: Editorial. N.A. Pág. 16.

[x]Fisher, T. (2004,1992). The Battle for Cristian Music. Segunda edición. Greenville: Sacred Music Services. Pág. 56.

[xi]Hanson, H. (1943). American Journal of Psychiatriy. Vol. 99. Pág. 317. Citado en Fisher, T. (2004,1992). The Battle for Cristian Music. Segunda edición. Greenville: Sacred Music Services. Pág. 55.

[xii]Lowell. H (1981) Satan's Music Exposed. United Satated of America By Salem Kirban: AMG Publishers. Prefacio.

[xiii]Wesley, J. (s. f.). Obras de Wesley: Pensamientos sobre el poder de la música. USA. Edición auspiciada por Wesley Heritage Foundation, Inc. Editor general, Justo L. González. PDF. Tomo IX. Págs. 236-237.