LA GNOSIS, UNA HEREJÍA QUE CONTINUA HACIENDO ADEPTOS ENTRE LOS CREYENTES ACTUALES

05.06.2021

Wilfredo Morales Acosta

16/02/2016

La palabra gnosis significa conocimiento. Los gnósticos, enseñaban la existencia de un conocimiento secreto y especial, el cual, había que buscar y hallar si queríamos obtener la salvación; siendo este revelado, solo a aquellos que poseían verdadero entendimiento.

El gnosticismo es sincretista, posee una enorme capacidad de adaptación y es más antiguo que el cristianismo. Surge de «filosofías paganas [...] procedentes de Babilonia, Egipto, Siria y Grecia (Macedonia)».[i] Según los gnósticos, todo lo material es malo, y el ser humano es un espíritu que ha quedado encerrado en el cuerpo. Ellos entendían que un ser espiritual llamado Sofía, madre de Demiurgo (dios creedor), distante e inferior al ser supremo, en su intento de crear algo por sí misma, fue la causante de este mundo material, el cual sería definido como un aborto, algo negativo y maligno. El gnosticismo enseñaba que la liberación de nuestro espíritu dormido y encarcelado en el cuerpo material, solo sería posible cuando un emisario del reino espiritual nos despertara, recordándonos quienes somos en realidad y nos diera el conocimiento (gnosis) que necesitamos para lograrlo.

Cuando la fe cristiana se encontró con la gnosis, muchos de aquellos primeros creyentes fueron seducidos por las ideas de dicho pensamiento, obteniéndose como resultado, un gnosticismo cristiano; que identificaría a Cristo como el emisario espiritual que había sido enviado para recordarnos nuestra procedencia y darnos el conocimiento secreto necesarios para nuestra salvación. Los cristianos que abrazaban las enseñanzas gnósticas, producto a que todo lo material es malo, planteaban que Cristo no tuvo un cuerpo físico. Su cuerpo, entendían ellos, era una apariencia o estaba hecho de una materia diferente a la de los nuestros. Casi todos negaban su nacimiento, «espiritualizaban la resurrección e hicieron de la esperanza de la iglesia objeto de burla e ironía»[ii] (ver Col. 2:18; 2 Tim. 2:14-18; Tit1:10 Ap. 2:6) Algunos, se caracterizaban por un comportamiento ascético, negándose a los placeres materiales e incluso, castigando al cuerpo con el objetivo de no ser arrastrados por las pasiones carnales. Mientras que otros; descansando sobre la base de que el espíritu es bueno e indestructible, se daban al libertinaje participando así en toda clase de inmoralidades. El gnosticismo cristiano era una mezcla de cristianismo con mitos religiosos orientales, astrología, misticismo y otras filosofías paganas. La verdad del evangelio parecía ser muy ruda, por lo que era necesario acomodarla a las necesidades de un mundo sincretista e insatisfecho, dando como resultado, la elevación de la filosofía por encima de la revelación bíblica, y un desmembramiento a la verdad del evangelio.

Para los gnósticos pertenecientes a la comunidad cristiana, no era problema alguno usar el nombre de Jesús como estandarte. Aun cuando el mensaje del evangelio era adulterado hasta sus últimas consecuencias, los creyentes gnósticos creían y se presentaban, como superiores a los demás cristianos. Ellos afirmaban poseer un conocimiento más elevado y secreto, pues no podía ser compartido con personas ignorantes y comunes. El orgullo presente entre los gnósticos infiltrados en la iglesia de los primeros siglos era impresionante. Después de todo, también participaban de experiencias espirituales como hablar en lenguas, profetizar y hacer milagros. Lo que nos lleva a entender ―y era la enseñanza apostólica para enfrentar a la gnosis que les había infectado― que las manifestaciones espirituales, por muy espectaculares que sean, nada son si no van acompañadas de una sana doctrina.

El ejemplo bíblico más visible de una iglesia donde en su membrecía había creyentes gnósticos lo tenemos en Corinto. Estos cristianos atrapados por la gnosis, creían poseer un conocimiento superior a los demás, proclamaban a un Jesús ajeno al predicado por el apóstol Pablo (1Corintios 8:1-2; 2 Corintios 11: 4-6), despreciaban sacramentos como la cena del señor (1 Corintios 11: 17-34) y olvidaban «la ética del amor (1 Corintios 13) para sustituirla por experiencias de tipo extático dotadas de una apariencia realmente espectacular (profecía, don de lenguas, etc.), que, precisamente por eso, ejercían un enorme atractivo sobre los cristianos de Corinto»[iii]. Es importante aclarar que cuando Pablo escribe 1 Corintios 14, «no está aprobando un uso privado y egoísta del don de lenguas. Más bien, estaba confrontando el orgullo de la congregación de Corinto. Ellos pensaban que eran superiores porque algunos hablaban en dialectos que no conocían, pero Pablo, que había hablado milagrosamente en idiomas extranjeros más que cualquiera de ellos, quería que entendieran que el amor prevalecía sobre cualquier don, sin importar lo espectacular que este fuera»[iv].

«Corinto [escribe MacArthur] estaba lleno de sacerdotes y sacerdotisas paganos, de adivinos y de hechiceros. La gente en diversos estados de éxtasis alegaba poder e inspiración divinos. Y debido a que la iglesia de Corinto se había vuelto carnal, seguía colándose mucha actividad pagana. Una razón por la que podía entrar tan fácilmente era que los creyentes corintios esperaban que el Espíritu Santo obrara sólo en maneras visibles, audibles y tangibles. Ellos creían que el derramamiento del Espíritu prometido en Joel 2:28 estaba empezando a ser cumplido y buscaban fenómenos sobrenaturales. Los creyentes corintios sabían que Jesús había dicho a los discípulos que el Espíritu vendría y seguirían cosas maravillosas. Indudablemente, Pablo ya les había dicho de los sorprendentes acontecimientos de Pentecostés, los primeros días de la iglesia, de su propia experiencia de conversión en el camino a Damasco, y de las maravillosas señales en su primer y segundo viajes misioneros. Satanás se aprovechó de su entusiasmo por la obra maravillosa del Espíritu Santo. Primera a los Corintios es una de las primeras cartas del Nuevo Testamento. Allí había ya angustiosos problemas. No le tomó mucho tiempo a Satanás enturbiar las aguas cuando cristianos bien intencionados caían en la carnalidad, el error y las prácticas falsas. Y mucho de eso se hizo bajo la presunción de que todo lo místico que estaba pasando tenía que ser del Espíritu»[v].

La Biblia nos enseña que Pablo, Pedro y Juan lucharon incansablemente contra la gnosis y sus maestros, aun así, el mensaje satánico continuaría presentándose tras los pulpitos de muchas congregaciones que los permitirían, y es un hecho totalmente evidente que en la actualidad, las practicas y enseñanzas gnósticas continúan haciendo adeptos entre los creyentes del presente.

Los ejemplos de la absorción gnósticas por parte de los cristianos son muy numerosos y variados. Por un lado tenemos al catolicismo romano, pues desde sus comienzos, vemos las evidencias de su absorción gnóstica reflejadas en el celibato obligatorio, nacido de la visión negativa del mundo y el ideal ascético que enseñaban los gnósticos, un contenido mágico en los sacramentos y los ritos, la necesidad de intermediarios para acercarse a Dios (lugar en el que entran María, los ángeles y los santos), y entre otros, las afirmaciones que sostenían la imposibilidad de salvación fuera de la iglesia verdadera; aquella que era única poseedora del verdadero conocimiento. Por otro lado, y después de que la Reforma del siglo XVI, la cual puso fin a tales desvaríos, nos encontramos con el movimiento pentecostal y carismático, donde se consolida una vez más la presencia del gnosticismo entre los creyentes protestantes. Pronto, la doctrina y los credos se convertirían en un estorbo, las verdades objetivas serian cambiadas por experiencias subjetivas y el evangelio se transformó en una fórmula secreta de aspecto místico y mágico, en otras palabras, gnosticismo, a fin de proveer para los gustos personales y la autorrealización.

Una de las ramas de mayor crecimiento y más visibles e influyentes del movimiento carismático es el movimiento Palabra de Fe, fundado por E. W. Kenyon, quien mescló los conceptos gnósticos del conocimiento y falsas doctrinas de la metafísica con términos y simbologías cristianas, dejándonos un espantoso legado que todos conocemos hoy como el evangelio de la prosperidad. Este mal llamado evangelio, no es más que, como escribiera MacArthur, «una mezcla del dualismo neognóstico, el misticismo de la Nueva Era y el materialismo descarado. Se trata de «herejías destructoras» (2 Pedro 2.1), que proclaman salud y riquezas mientras sus víctimas quedan desamparadas moralmente y en bancarrota espiritual»[vi].

La similitud que encontramos entre los creyentes de Corinto y muchos creyentes que en la actualidad han abrazado, sobre todo, la teología carismática, es abrumadora. Como escribiera MacArthur: «La iglesia en Corinto se caracterizaba por las concesiones morales, los deseos carnales y la confusión acerca de los dones espirituales. Sin embargo, por contradictorio que pueda parecer, su congregación se componía de muchos creyentes verdaderos. Obviamente, el Espíritu Santo no era responsable de los errores que se habían infiltrado en la congregación de Corinto. Del mismo modo, él no es la fuente de la confusión carismática contemporánea dentro de la iglesia evangélica. Para los verdaderos creyentes de Corinto, el Espíritu Santo continuó obrando en sus vidas a pesar de sus notorios errores. Lo mismo sigue siendo cierto hoy, aunque esto no niega la gravedad de la corrupción. La búsqueda carismática de la revelación extrabíblica, las experiencias extáticas, la dirección subjetiva, la emotividad desenfrenada y la prosperidad material representan un peligro enorme»[vii].

La gnosis continúa haciendo adeptos de forma continua entre los creyentes actuales. Lo vemos en individuos como César Castellanos, el cuál es una personificación moderna de los gnósticos orgullosos que encontramos en las epístolas a los corintios. Los hallamos en personajes como Benny Hinn, Joel Osteen, Guillermo Maldondo y Marcos Witt, quienes, entre muchos otros, reflejan de manera impresionante a aquellos gnósticos de Corinto y a los maestros falsos de los cuales nos advierte Pablo en segunda de Timoteo 4:3 y el apóstol Pedro en el capítulo dos de su segunda carta. Tristemente, muchos beben del veneno doctrinal proclamado por estos maestros de error, y terminan ofreciendo una adoración al Señor tan pagana e impía como cuando eran enemigo de Dios. Pablo escribió: Sabéis que cuando erais paganos, erais conducidos como extraviados ante los ídolos mudos. (1 Corintios 12: 2 BTX). «Para parafrasear 1 Corintios 12:2 [escribe MacArthur] Pablo estaba diciendo a los corintios que cuando adoraban como paganos, estaba" siendo apartados por demonios en el éxtasis de sus religiones de misterio. Ahora estaban introduciendo esos mismos modelos en la iglesia y permitiendo que los demonios invadieran su adoración a Cristo, Eran incapaces de distinguir entre lo que era de buena fe y lo que era fingido, entre lo que era divino y lo que era demoníaco. Estaban tan ansiosos de abrazar lo sobrenatural que habían dejado de distinguir entre lo que era de Dios y lo que era de Satanás, y el resultado era un caos impío. En muchos casos estaban confundiendo literalmente los actos de Satanás con la obra del Espíritu Santo»[viii].

Continuará...


NOTAS:

[i]Mather, G. A. & Nichols, L. A. (1993). Diccionario de Creencias, Religiones, sectas y ocultismo. Colombia: Clie. Pág. 201.

[ii]Berkhof, Louis. (1995). Historia de las doctrinas cristianas. (A. R. Alvarado, Trad.) Barcelona, España: El estandarte de la verdad. Págs. 58-59.

[iii]Vidal, C. (2008). Los Evangelios Gnósticos. EDAF. PDF. P, 15.

[iv]MacArthur, J. (2014). Fuego Extraño. Grupo Nelson. P, 148.

[v]MacArthur, J. (1994-1995). Los Carismáticos: Una perspectiva doctrinal. Casa Bautista de publicaciones. Canadá. P. 167-166.

[vi]MacArthur, J. (2014). Fuego Extraño. Grupo Nelson. P, 44.

[vii]MacArthur, J. (2014). Fuego Extraño. Grupo Nelson. P, 89.

[viii]MacArthur, J. (1994-1995). Los Carismáticos: Una perspectiva doctrinal. Casa Bautista de publicaciones. Canadá. P.167-168.

Wilfredo Morales Acosta